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domingo, 6 de febrero de 2011

Cuentos mexicanos tradicionales: El burro que se alarga

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EL BURRO QUE SE HIZO LARGO
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(Cuento tradicional escuchado en Los Ramones, N.L.)
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Cuentan que una vez había unos muchachos bien traviesos que se juntaban todas las tardes a jugar en un solar con un burro que tenía el papá de uno de ellos. Era un burro bien mansito que se dejaba que lo montaran. Cada vez que esos chamacos lo montaban, el burro brincaba de gusto. Es que era muy juguetón también.
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Pero no siempre las cosas tienen un final feliz. Resulta que el burro como que empezó a cansarse de que esos muchachos se le treparan de a montón. Y es que cada vez eran más los que se le subían al espinazo. Por eso el burro comenzó a dar como relinchidos, pues le dolía el lomo de tantos güercos encima de él. Primero eran como tres, luego venía otro, otro y otros más, hasta que lo montaban como diez o más. Cuento escrito por Homero Adame.
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Una tarde, el burro, ya harto de tanto juego brusco de esos malcriados, empezó a crecer y a crecer, y los muy tontos creyeron que eso era más divertido porque así se podían subir más en él. Pero el burro creció tanto que de repente hasta le empezaron a salir cuernos y la cabeza se le puso bien fea. También empezó a apestar bastante, como a azufre. Resulta que el Diablo se había metido en el burro y comenzó a hacer de las suyas. Los muchachos ni cuenta se daban porque traían un merequetengue con el burro en sus juegos. Pero ya cuando el burro era tan largo pero tan largo, incluso comenzó a balbucear cosas horribles, y fue entonces cuando los chamacos se percataron de que era el Diablo. Corrieron despavoridos.
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El burro los siguió y los siguió. Ellos se metieron a la casa de uno y cerraron la puerta, pero el burro la rascaba, rebuznando como demonio, hasta que tumbó la puerta y se metió. Era tanto el miedo de esos güercos que no les quedó de otra que hincarse y ponerse a rezar. Pasó mucho rato hasta que, después de tanta oración, el burro se empezó a encoger y volvió a su tamaño normal. Desde entonces, esos muchachos se portaron bien y jamás volvieron a molestar al animal. Cuento encontado en un blog de Homero Adame.
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Muchos de los cuentos y fábulas infantiles, aparte de servir como entretenimiento, suelen llevar implícita una moraleja, cuyo afán es darle una lección a quien se les cuenta. Tal es el caso de esta historia regional de Nuevo León que fue narrada por doña Lupita, una anciana como de 80 años, en la cual los personajes centrales son un burro y un grupo de niños traviesos.
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A manera de analogía, durante algunas fiestas tradicionales o patronales de pueblo me ha tocado observar una especie de juego infantil «improvisado», durante el cual los niños corretean detrás de una bicicleta y en cada vuelta el número de participantes en persecución va creciendo, todos con el propósito de treparse en ella. Hago mención de esto porque tal vez ese juego de la bicicleta sea una reminiscencia del cuento del burro que acabamos de leer.
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Por último, en lenguaje norestense tenemos una palabra que es sinónimo de bicicleta: “biciburra”. ¿Habrá alguna relación? Creo que eso todos quisiéramos saber…
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Este cuento salió publicado en el libro: Mitos, cuentos y leyendas regionales de Nuevo León, Editorial Font, de Monterrey, en 2005. Editado y revisado por Déborah Chenillo, diseñado en "Nuevas Letras" por Beatriz Gaytán y corregido por Mary de Lara.
El dibujo fue obra de Jennifer Hennen.
El libro se puede adquirir en librerías de Monterrey.
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Eso les pasa para que se les quite lo malcriados. Todos los cuentos tienen una moraleja!

Marisela dijo...

Gracias por compartir Alan López.