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domingo, 27 de febrero de 2011

Mitos y leyendas, un lazo de unión entre lo intangible y lo tangible

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EL PUNTO DE ENCUENTRO ENTRE LOS
PATRIMONIOS TANGIBLES E INTANGIBLES

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En términos generales, por patrimonio se entiende el conjunto de bienes sujeto a herencia entre personas, el conjunto de bienes con un valor económico y susceptible a transferirse por compra-venta, el conjunto de bienes que es propio de un pueblo o una nación. El concepto incluso se extiende a la humanidad misma, cuando se habla de patrimonio de la humanidad, como si ésta fuera una entidad que de manera muy abstracta posee algo.

De acuerdo con la UNESCO y otros organismos, el patrimonio visto como el conjunto de bienes propios a un pueblo, nación o humanidad se puede dividir en dos grupos, a su vez divididos en distintos niveles, comenzando por el más cercano, que es el familiar, para continuar con el patrimonio local, el nacional y el mundial o de la humanidad. Los dos grupos de patrimonio son:

1. El Patrimonio Natural, que está constituido por todo aquello que se considera monumento natural (formaciones geológicas, lugares y paisajes) y se le da un valor de relevancia científica, ambiental o estética, o bien, la flora y fauna de que son endémicas o están en peligro de extinción.

2. El Patrimonio Cultural, que está formado por los bienes artísticos legados por los ancestros a una nación o los que en la actualidad se crean y la sociedad les otorga una importancia especial, dígase histórica, simbólica, estética o incluso científica. Este tipo de patrimonio es considerado como el testimonio de la existencia de los antepasados, su cosmovisión, manifestaciones de formas de vida, de creencias.

A su vez, y siendo lo que nos tiene reunidos en este coloquio, el Patrimonio Cultural se divide en dos tipos: tangible e intangible.

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Patrimonio tangible (Acervo material)

El patrimonio tangible es, sin duda, el elemento más visible del patrimonio cultural. Se compone de dos grupos:

1. Los bienes inmuebles, como son los lugares arqueológicos y los conjuntos históricos (monumentos, edificios, etc.). Asimismo, en ocasiones ciertos elementos naturales (árboles, grutas, lagos, montañas, etc.) entran en la categoría de patrimonio tangible cuando forman parte de las tradiciones de un pueblo o son considerados como tótems.

De tal modo, podemos categorizar este tipo de bienes de la siguiente manera:

  • Patrimonio arqueológico
  • Patrimonio arquitectónico
  • Patrimonio de elementos naturales

2. Los bienes muebles, que incluyen las piezas de interés arqueológico (armas, utensilios, vestimenta que reflejan técnicas de elaboración o de uso tal vez desaparecidas y objetos rituales o de la vida cotidiana de algún grupo del ayer) y las artesanías y obras de arte tanto del ayer como las que siguen produciéndose en el presente y gracias a su valor artístico se anticipa que en un futuro serán representativas de una época, de una corriente o de un autor. En este grupo también se incluyen los documentos históricos, así como los instrumentos musicales y las vestimentas.

Así, los bienes muebles pueden ser categorizados de este modo:

  • Patrimonio arqueológico
  • Patrimonio artístico
  • Patrimonio histórico documental

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Patrimonio intangible (Acervo inmaterial)

Este tipo de patrimonio es aquel considerado como abstracto, el no necesariamente material. Incluye las creencias, como la religión, los ritos; los usos y costumbres, patrones de comportamiento; la oralidad (mitos, cuentos, leyendas, historia oral, lenguaje), la música, la danza y otros etcéteras que de manera individual o en conjunto reflejan y constituyen la identidad de un grupo o de un pueblo. También se le conoce como patrimonio intelectual porque abarca las creaciones de la mente, como la literatura, las teorías filosóficas y científicas.

Existen varias maneras de enlistar el patrimonio intangible, por ejemplo:

Creencias:

  • Actos festivos
  • Creencias mágicas
  • Religión
  • Ritos
  • Sistemas de creencias y relaciones sociales

Oralidad:

  • Lengua (el 21 de febrero es el Día Internacional de la Lengua Materna)
  • Mitos, cuentos y leyendas
  • Historia oral
  • Refrenaría popular

Usos y costumbres:

  • Cocina
  • Códigos de ética
  • Medicina tradicional y herbolaria
  • Fiestas

Creatividad:

  • Filosofía
  • Literatura
  • Y todos los conocimientos científicos, sociales, culturales, etc.

Expresiones artísticas:

  • Artes escénicas
  • Danza folclórica
  • Música

Como podemos ver, esta lista no es del todo exacta, pues en ocasiones algunos de sus componentes pueden entrar en dos o más rubros que, en sí, engloban las relaciones sociales.

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Los puntos de unión entre los patrimonios

Ahora bien, los patrimonios tangible e intangible no están del todo separados por un abismo que divide lo concreto de lo abstracto. Por ejemplo, la literatura (intangible) se convierte en patrimonio tangible gracias a la imprenta, cuando se imprime una obra literaria. Las partituras musicales son otro ejemplo, al igual que las imágenes fotográficas o de video que documentan una danza, o bien, la artesanía efímera manifestada en los altares de muertos. Así podemos encontrar muchos más, en fonogramas, documentales, escritos y otros objetos materiales. Aún más: los ejemplos se pueden extender a los exvotos (mal llamados “retablos”) que parten de una creencia y quedan manifestados en una pintura artesanal.

Y así llegamos a un punto de mi trabajo que se enfoca en la oralidad (mitos, leyendas e historia oral). En 2009 inicié un proyecto apoyado por el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes, de la Secretaría de Cultura, para el cual me di a la tarea de tomar las haciendas como marco de investigación. El primer resultado del proyecto fue la reciente publicación del tomo II de Haciendas del Altiplano, historia(s) y leyendas (es el tomo II porque han sido muchas las haciendas investigadas que incluirlas todas en un mismo volumen sería éste incosteable. Entre paréntesis diré que salió primero el tomo II que el I, el cual sigue en imprenta).

Como bien sabemos, las haciendas caen en el grupo del patrimonio tangible, como patrimonio arquitectónico, artístico, en ocasiones histórico-documental, o bien, fotográfico. Sin embargo, se convierten en patrimonio intangible cuando son escenario de cuentos y leyendas, cuando encontramos fragmentos de historia oral, cuando son parte esencial de la memoria colectiva que, de algún modo, le da identidad a un pueblo o comunidad. Las haciendas –o mejor dicho, los cascos de éstas– son espacio tanto histórico como actual donde coexisten grupos sociales que apelan a sus recuerdos para narrar pasajes históricos, anécdotas dramatizadas o eventos ficcionalizados que se convierten en valores compartidos, en identidad.

Por su parte, la historia oral, por muy discutida que pueda ser su veracidad, es un patrimonio intangible que se vuelve tangible cuando se convierte en material escrito con un alcance que trasciende la comunidad.

Ahora bien, un monumento, como huella del pasado, es también un evocador de un evento histórico y su simple presencia trasciende las celebraciones oficiales. Por ejemplo, en once lugares del Altiplano potosino existen estelas, monumentos o cabezas de águila que recuerdan el paso de Miguel Hidalgo por allí, hace 200 años, en febrero de 1811. Gracias a esos monumentos, la gente cuenta historias del día que “el padre de la paria” estuvo en su tierra; historias sin sustento histórico, pero que forman parte de la memoria colectiva.

Miguel Hidalgo es un personaje histórico, real, cuya vida y obra está documentada, y de cierto modo podríamos decir que es un personaje tangible. Un ejemplo más intangible es la Llorona, mítico personaje de la imaginería popular que tiene sus orígenes en varias culturas prehispánicas. De ella se cuentan infinidad de historias, de sus terroríficas apariciones, y ha sido material de literatura, canciones y películas.

La Llorona bien puede considerarse como la unión entre lo intangible y lo tangible cuando el personaje mítico se ve transformado en un monumento. Por citar dos ejemplos: en la hacienda 7 Reales, en el municipio de Dolores, Guanajuato, en medio de una milpa hay un monumento de cantera que tiene una inscripción que dice: “Se levantó en septiembre de 1913. Aquella persona que rece un Ave María, tendrá 300 días de indulgencia”. Narran los lugareños, a guisa de leyenda, que dicho monumento fue levantado en ese lugar para ahuyentar a la Llorona, que tenía aterrorizada a la población. Un sacerdote hizo un exorcismo en donde se oían los llantos y colocó una cruz. Desde entonces el espíritu chocarrero dejó de andar por allí. A casi un siglo de aquella ceremonia, la gente recuerda el evento y afirma que la Llorona no aparece en 7 Reales porque el exorcismo surtió efecto.

El otro ejemplo es una tumba que se encuentra en el panteón de Jerez, Zacatecas. Gente de cualquier edad explica que la efigie en esa tumba es la Llorona y que ésta sale del panteón cuando la efigie abre sus ojos. La efigie sólo abre sus ojos, no se convierte en un ser de carne y hueso, pero sí en espíritu que recorre las calles del pueblo, llorando lastimeramente en busca de sus hijos.

Para concluir, un ejemplo más reciente del punto de encuentro entre los patrimonios tangible e intangible. En Sombrerete, Zacatecas, vivió don Fernando de la Campa y Cos, un personaje nacido en Cos, ayuntamiento de Mazcuerras, España, en 1676. A la edad de dieciséis años se avecindó en Sombrerete, donde inició su fortuna que le otorgó los títulos de conde de San Mateo de Valparaíso, coronel de infantería española y caballero de la Orden de Alcántara. A más de dos siglos y medio de su muerte, quedó como un personaje histórico referido en textos de historia regional y zacatecana, aunque en menor medida también pervivió su memoria como un fantasma, es decir, en la imaginería popular hasta hace poco tiempo se le citaba como una aparición y era sujeto de miedo para aleccionar a los niños. “No andes en la calle de noche porque te va a salir el conde”, era la voz popular, y mucha gente afirma que lo han visto. En otras palabras, el personaje tangible se convirtió en un personaje intangible y bien pudo haber seguido así si no hubiera sido por una singular situación que se dio hace pocos meses.

Resulta que Marcos Rodríguez, un entusiasta de la historia y cultura de Sombrerete, se puso a investigar acerca de don Fernando de la Campa y Cos y encontró en los archivos zacatecanos, de Guadalajara y de la Nación varios documentos. Y no sólo eso, sino que en México consiguió una fotografía tomada de un óleo de don Fernando. Esta persona regresó a Sombrerete y tuvo la ocurrencia de pedirle a un pintor local que reprodujera la fotografía. Así lo hizo.

De pronto, aquel personaje histórico casi olvidado tomó forma, se convirtió en un rostro con expresión. Los habitantes de Sombrerete fueron una y otra vez a conocer al conde, a ver su pintura y algo hizo “click” en la memoria colectiva. Dejó de ser un fantasma, se volvió a hablar de él, desde otra perspectiva. Y lo más fascinante de todo es que en Sombrerete se ha ido creando un culto alrededor de él. En muchos comercios y hogares tienen pequeñas reproducciones de la nueva pintura y, se dice, a todos los que le tienen fe les está yendo mejor en la vida.

Ponencia de Homero Adame

En la Facultad del Hábitat, de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí

Febrero 23 de 2011