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jueves, 26 de septiembre de 2013

Fiesta de Luz 2012 en San Luis Potosí: Xantolo

Este video es del evento de Fiesta de Luz que se proyectó en la Plaza de Fundadores de San Luis Potosí en diciembre de 2012. Todo el concepto del diseño fue hecho por técnicos de la Secretaría de Turismo del estado y estudiantes de Diseño Gráfico y de Animación de la Universidad Tec Milenio, quienes se basaron en un texto que escribí ex profeso. Dicho texto es el que aparece abajo del video.


XANTOLO

Texto original de Homero Adame


Es una tarde gris, no tanto por el color del cielo sino por los atuendos de la gente y el ambiente sombrío de las familias que están reunidas en el panteón, cada cual alrededor de las tumbas de sus difuntos; tumbas sin colorido ni cruces o imágenes cristianas, tumbas de tierra humildemente adornadas con las ofrendas consistentes en alimentos y bebidas, así como el humo de los inciensos. El ambiente es de seriedad absoluta, de reflexión; ambiente de tristeza. Los mayores apenas murmuran algo entre sí. No hay cantos ni rezos, sólo pensamientos de recuerdos; tampoco se escuchan llantos porque nadie acostumbra llorar. Solamente el viento produce ruidos con las hojas marchitas que ruedan por ahí. Ese silencio es por momentos interrumpido cuando se oye algún manazo que se le da a un niño inquieto. Sus padres de esa manera le piden sosiego, silencio y respeto, mucho respeto porque hoy es el Día de los Fieles Difuntos y la tradición indica que nada debe alterar su descanso.

       Así es la costumbre entre los nativos de la sierra Huasteca, los téenek o huastecos, quienes cada año puntualmente van a los panteones de sus aldeas o pueblos para recordar a los que han muerto. Pasan la noche en vela y todo el día siguiente junto a las tumbas, conviviendo con sus difuntos en silencio y a través de los recuerdos. La costumbre se ha mantenido inalterada desde sus orígenes, que nadie sabe cuándo empezó.
        Pero esta tarde sucede algo extraordinario, algo que trastoca las rutinas, la costumbre, la tradición. La gente se siente alterada y temerosa ante la aparición de un ser fantasmal, enmascarado, que anda bailando entre las tumbas. Se oye música, pero no hay músicos ejecutándola. La gente mira con incredulidad primero, asustada después, y huye ordenadamente del panteón. Es gente supersticiosa. Todos hablan entre sí, tratando de explicar lo que han visto. Unos deciden refugiarse en sus hogares hasta que se vaya el espíritu maligno, mientras que la mayoría acuerda ir en busca del sacerdote, el chamán, para contarle acerca de lo que han visto en el panteón y pedirle que haga algo para expulsar a ese espíritu de ultratumba, cuyo único objetivo ha sido el de alterar la armonía entre la comunidad, según han concluido los mayores.
        El chamán escucha intrigado el recuento de su gente. Sabe que existen numerosos espíritus que rondan en el monte, en las aldeas, en el panteón mismo, pero uno enmascarado que baila es inaudito; jamás había oído hablar de algo similar.
        “Vaya al panteón”, le suplica la gente al chamán, cuyo rostro se ve más serio que de costumbre, rostro de preocupación.
        El sacerdote acepta, pero antes de ir tiene que preparar algunas cosas, pues es posible que deba hacer algún ritual especial para ahuyentar al espíritu chocarrero. Entretanto, y por precaución, la gente va a sus casas para armarse con garrotes, hondas y piedras.
        Sale la comitiva rumbo al panteón, con el chamán al frente y la gente atrás, armada y asustada. Entran al recinto y no es sorpresivo para nadie que el ánima enmascarada siga bailando alegremente entre las tumbas, al son de la música rítmica pero espectral. El chamán se acerca con cautela; la gente lo sigue a prudente distancia.
        “¿Quién eres? ¿Qué quieres aquí?”, le pregunta el chamán al ánima, en lengua téenek.
        “¿Acaso no me conoces? Represento la alegría y he venido aquí porque ya me cansé de verlos a ustedes tan sombríos y tristes en estas fechas de recuerdos, como si la muerte fuera una razón de tristeza cuando debería ser todo lo contrario”, responde el espíritu.
        El chamán y el espíritu hablan por un buen rato, mientras la gente sigue atenta el curso de la conversación. En cierto momento, el misterioso ser enmascarado pronuncia unas palabras en una lengua que nadie entiende, excepto el chamán, quien comprende el mensaje y luego lo trasmite a los suyos. Les dice:
        “Este espíritu es Xantolo que quiere enseñarnos cómo honrar a nuestros muertos con estas danzas”.
        Debido a sus creencias supersticiosas y luego de haber oído al espíritu hablar, la gente piensa que más bien se trata de un chistoso que anda jugándoles una broma. Murmuran todos entre sí y uno de ellos se lo dice al chamán, quien con un ademán enérgico le pide callarse. Para entonces, el rostro del chamán ya no muestra señales de preocupación, pero sigue viéndose serio, como es su costumbre. Hace hincapié a su gente que Xantolo no es alguien de este mundo terrenal, nadie de carne y hueso, sino un espíritu benefactor como ya él mismo lo ha explicado.
        En eso, y de nueva cuenta, Xantolo dice unas palabras en aquel lenguaje desconocido para los presentes y de la nada aparecen más ánimas igualmente enmascaradas que también se ponen a bailar como si todo fuera una fiesta, y no un día para sentir y expresar tristeza. Advierten que las máscaras son como de ancianos, lo cual es interpretado como si representaran a sus ancestros. La música espectral suena más fuerte y rítmica y la gente empieza a moverse con cierto nerviosismo e incluso temor, pues bailar en un cementerio es, hasta ese entonces, considerado como una falta de respeto a los difuntos.
        El chamán, con torpeza porque jamás baila ni en las ceremonias, comienza a imitar los movimientos de Xantolo y de su séquito hasta unirse a esa danza con gran ánimo. Poco a poco la gente pierde sus inhibiciones y también se une a la danza. Quienes saben tocar música fueron a sus hogares por sus instrumentos y luego siguen las notas espectrales hasta aprendérselas.
        Ese día gris, de acostumbrada tristeza, termina con el crepúsculo bajo un ambiente de gran animación. El chamán y los habitantes del pueblo se retiran del panteón cuando, con la oscuridad, Xantolo y su séquito de danzantes se desvanecieron, no sin antes haberles dicho, en lengua téenek:
        “Quiero agradecerles a todos ustedes por haberme escuchado y aceptado terminar felices este día. Mi agradecimiento es también el de sus difuntos, quienes han disfrutado de la música y las danzas. Espero que este día jamás sea olvidado por ustedes y por las generaciones por venir porque celebrar a la muerte es un acto de júbilo”.
        Con el crepúsculo de aquella tarde diferente, Xantolo desapareció y los habitantes de esa aldea no sintieron temor. Acordaron ir a las aldeas vecinas para contar lo ocurrido y explicar las enseñanzas de Xantolo. Así lo hicieron, acompañados de los músicos que enseñaron a sus vecinos las melodías de esas danzas. Del mismo modo, los artesanos enseñaron a sus colegas cómo elaborar máscaras especiales que sirvieran para esas fiestas, máscaras que representaran ancianos.
        De tal manera se corrió la voz por todos los pueblos de la Huasteca, y a partir de entonces la gente ha seguido la tradición de organizar danzas con huehues enmascarados que bailan en las calles y en los panteones con singular alegría para divertirse, en vez de sumergirse en un momento de llanto y amargura.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Haciendas del Altiplano, historia(s) y leyendas. Tomo I – Grandes latifundios virreinales


HACIENDAS DEL ALTIPLANO – HISTORIA(S) Y LEYENDAS. TOMO I.
Grandes latifundios virreinales
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Por fin se ha publicado el tomo I de la serie de libros sobre las historias y leyendas de las haciendas del Altiplano. La investigación inició en 2009, con un apoyo del FECA (Fondo Estatal para la Cultura y las Artes) y ha dado como resultado dos tomos publicados, este de “Grandes latifundios virreinales” y otro “De la Independencia a la Revolución”.



Para este libro fueron seleccionadas 25 haciendas consideradas como algunos de los latifundios más grandes en la época virreinal en el Altiplano (regiones desérticas de Coahuila, Nuevo León, San Luis Potosí, Tamaulipas y Zacatecas). Las haciendas en el tomo I son las siguientes:
  • Hacienda de Albarcones, municipio de Doctor Arroyo, Nuevo León
  • Hacienda de Bocas de Maticoya, municipio de San Luis Potosí, S.L.P.
  • Hacienda de Carbonera, municipio de Matehuala, S.L.P.
  • Hacienda de Cerros Blancos, municipio de Mier y Noriega, Nuevo León
  • Hacienda de El Carro, municipio de González Ortega, Zacatecas
  • Hacienda de Espíritu Santo, municipio de Pinos, Zacatecas
  • Hacienda de Guanamé, municipio de Venado, S.L.P.
  • Hacienda de Illescas, municipio de Santo Domingo, S.L.P.
  • Hacienda de La Boca, municipio de Villa de la Paz, S.L.P.
  • Hacienda de La Cocinera, municipio de Villa de Ramos, S.L.P.
  • Hacienda de La Poblazón, municipio de Catorce, S.L.P.
  • Hacienda de Laguna Seca, municipio de Charcas, S.L.P.
  • Hacienda de Las Antonias, municipio de Bustamante, Tamaulipas
  • Hacienda de Las Cruces, municipio de Moctezuma, S.L.P.
  • Hacienda de Nuestra Señora de La Soledad, municipio de Aramberri, Nuevo León
  • Hacienda de Peotillos, municipio de Villa Hidalgo, S.L.P.
  • Hacienda de Pozo del Carmen, municipio de Armadillo, S.L.P.
  • Hacienda de Presa de Guadalupe, municipio de Saltillo, Coahuila
  • Hacienda de Punteros, municipio de Salinas, S.L.P.
  • Hacienda de San Agustín de los Amoles, municipio de Guadalcázar, S.L.P.
  • Hacienda de San Francisco de El Potosí, municipio de Galeana, Nuevo León
  • Hacienda de San Juan Bautista de Cedros, municipio de Mazapil, Zacatecas
  • Hacienda de San Rafael de El Salado, municipio de Vanegas, S.L.P.
  • Hacienda de Sierra Hermosa, municipio de Villa de Cos, Zacatecas
  • Hacienda de Solís, municipio de Villa de Guadalupe, S.L.P.

La estructura del libro es la siguiente para cada hacienda:
  • Ficha introductoria que menciona la ubicación de la hacienda, el municipio, el giro económico y las distancias a la cabecera municipal y a la capital del estado.
  • Ficha con descripciones arquitectónicas del casco de la hacienda y sus condiciones actuales.
  • Ficha o reseña histórica que menciona fechas de fundación, nombres de dueños en distintas épocas y eventos relevantes que fueron consignados por la historia documentada.
  • Un apartado de historia oral con anécdotas o datos históricos que no fueron documentados, pero siguen contándose.
  • Una o dos leyendas que tienen a la hacienda (el casco) como escenario.
  • Varias fotografías de la hacienda.

El libro se puede adquirir por este medio. Deja un mensaje en los comentarios y me comunicaré directamente contigo.
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Haciendas del Altiplano – historia(s) y leyendas. Tomo I, con fotografías de Homero Adame y el prólogo escrito por la Arq. Begoña Garay, fue diseñado y maquetado por Susana Cerda. La impresión estuvo a cargo de Fuentes Impresores, S.A. de la ciudad de México.
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Puedes ver y comentar sobre otras haciendas del Altiplano en los siguientes enlaces:




domingo, 1 de septiembre de 2013

Mitos y leyendas potosinas: Un milagro de San Miguel Arcángel



UN MILAGRO DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Leyenda de Mexquitic de Carmona, SLP



Cuando se inició la conquista de esta región que los invasores españoles llamaron “El gran tunal”, los territorios estaban habitados por diversos clanes de huachichiles, a quienes los conquistadores tacharon de bárbaros, cuando en realidad más bárbaros y sanguinarios eran ellos por venir a robar tierras ajenas y matar a quien se opusiera.
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Tiempo después llegaron los primeros misioneros franciscanos, a quienes se les hizo casi imposible erradicar las “herejías” de los nativos. Decían los cristianos que entre las creencias de los naturales estaba el culto a los espíritus obscuros de la naturaleza, lo cual era catalogado por los frailes como brujería y obra de Satán.
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Se cuenta que los franciscanos decidieron traer la imagen de San Miguel Arcángel, por haber sido quien con su gran poder expulsó a los demonios del Paraíso. El milagro se dio en poco tiempo, pues los rebeldes indígenas comenzaron a acercarse a la misión con el afán de “salvar” sus almas, aunque lo cierto es que habían huido a lugares más seguros, donde no había peninsulares criminales arropados con la imagen de Cristo.


Una versión más completa y editada de esta leyenda fue publicada en el libro Mitos, relatos y leyendas del estado de San Luis Potosí. Secretaría de Educación del Gobierno del Estado y Secretaría de Cultura. San Luis Potosí. 2007.