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viernes, 31 de enero de 2014

Libro "Mitos y leyendas de todo México"

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Mitos y leyendas de todo México es una selección de relatos y leyendas que el autor recopiló a lo largo de sus recorridos por el país. Contiene dos relatos por cada estado, por lo tanto nos ofrece 64 inéditos, en versiones originales. Muchos de ellos son recreaciones editadas de las voces de los narradores, mientras que otras son versiones de autor.
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Con amplia experiencia en la investigación y publicación de la tradición oral, podemos decir que éste es el trabajo más ambicioso de Homero Adame hasta ahora, puesto que sus libros anteriores de leyendas se concentraban en estados o regiones de México, como son Nuevo León, San Luis Potosí o el Altiplano. Sin embargo, ahora expandió sus horizontes y recopiló historias de todo el país, muchas por voz de los pobladores de distintas localidades, algunas escuchadas en otras ciudades, pero haciendo referencia a un pueblo determinado de otra entidad federativa y otras que son recreaciones del autor.
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La obra se compone de cinco capítulos:
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  1. Aparecidos y fantasmas

  2. Espíritus

  3. Pueblos y lugares encantados

  4. Santos y vírgenes

  5. Tesoros y bandidos célebres
Cada capítulo contiene una serie de leyendas, indicando el lugar donde se cuenta. Cada leyenda incluye al final dos apartados:
  1. Una explicación del contexto mitológico o legendario.

  2. Datos históricos de los sitios referidos, en ocasiones dando el significado del topónimo, cuando es voz en alguna lengua indígena.
El índice de la clasificación por estados es el siguiente:
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Mitos y leyendas de Aguascalientes
  • Aguascalientes: Un tesoro en la plaza de San Marcos

  • Asientos: El Santo Entierro
Mitos y leyendas de Baja California
  • Mexicali: El fantasma de un ahogado

  • Tijuana: Juan Soldado
Mitos y leyendas de Baja California Sur
  • Cabo San Lucas: Un tesoro del pirata Thomas Cavendish

  • La Paz: Una ahorcada y un toro negro
Mitos y leyendas de Campeche
  • Campeche: El Cristo negro y los piratas

  • Chiná, municipio de Champotón: La iglesia encantada
Mitos y leyendas de Chiapas
  • Tapachula: La Titchanila

  • Tuxtla Gutiérrez: El Sombrerón
Mitos y leyendas de Chihuahua
  • Chihuahua: Pascualita, una mujer embalsamada como maniquí

  • San Francisco de Borja: Un tesoro de los gigantes en el cañón de Namúrachi
Mitos y leyendas de Coahuila
  • Palau, municipio de Múzquiz: La maestra Gilda

  • Saltillo: El Santo Cristo de la Capilla
Mitos y leyendas de Colima
  • Colima: Por causa de la envidia se quedaron sin tesoro

  • Manzanillo: El tren fantasma
Mitos y leyendas del Distrito Federal
  • El catrín de negro y la carroza

  • La Virgen del Perdón
Mitos y leyendas de Durango
  • Amado Nervo, municipio de Nombre de Dios: La marrana que arrastra una cadena

  • Durango: La monja de la catedral
Mitos y leyendas del Estado de México
  • Amecameca: Cuahutepochtle, un duende singular

  • Toluca: El Cerro de la Teresona
Mitos y leyendas de Guanajuato
  • Guanajuato: La Cueva Vieja

  • León: La Madre Santísima de la Luz
Mitos y leyendas de Guerrero
  • Chilpancingo: El Cerrito Rico

  • Ixcateopan, municipio de Alpoyeca: El judío errante
Mitos y leyendas de Hidalgo
  • Pachuca: Los malos espíritus en las cuevas de Cubitos

  • Mineral del Monte: La mujer que se mató en la barranca de Dolores
Mitos y leyendas de Jalisco
  • Guadalajara: La mujer de negro

  • San Miguel el Alto: Santo Toribio Romo
Mitos y leyendas de Michoacán
  • Morelia: El tesoro del obispado viejo

  • Uruapan: La Llorona y un caballo negro en la Tzararacua
Mitos y leyendas de Morelos
  • Cuernavaca: Los fantasmas del Jardín Borda

  • Huitzilac: Algunos milagros de San Juan Bautista
Mitos y leyendas de Nayarit
  • Santa María del Oro: El pueblo dorado bajo la laguna

  • Tepic: La mujer de blanco
Mitos y leyendas de Nuevo León
  • Camarones, municipio de Iturbide: El pueblo festivo

  • Monterrey: El crimen de la calle Aramberri
Mitos y leyendas de Oaxaca
  • Oaxaca: La aparición de la Virgen de la Soledad

  • Puerto Escondido, municipio de San Pedro Mixtepec: El origen del nombre del puerto y un gran tesoro
Mitos y leyendas de Puebla
  • Puebla: Apariciones y ruidos en una antigua casona

  • Tochimilco: Un nagual protector de los bosques
Mitos y leyendas de Querétaro
  • Querétaro: Un caballo blanco fantasmal

  • San Joaquín: San Joaquín minero
Mitos y leyendas de Quintana Roo
  • Chetumal, municipio de Othón P. Blanco: La Xtabay en el cruce de caminos

  • Chumpón, municipio de Felipe Carrillo Puerto: Un cenote encantado
Mitos y leyendas de San Luis Potosí
  • El Sabino, municipio de Santo Domingo: El volcán de aire

  • San Luis Potosí: Espíritus y tesoros en la presa de San José
Mitos y leyendas de Sinaloa
  • Culiacán: Hizo un pacto con el Diablo

  • Mochicahui, municipio de El Fuerte: Heraclio Bernal
Mitos y leyendas de Sonora
  • Álamos: Un camino hecho con barras de plata

  • Hermosillo: Fantasmas en el basurero municipal
Mitos y leyendas de Tabasco
  • Frontera, municipio de Centla: Los yumká

  • Villahermosa, municipio de Centro: Los mayas se fueron a otra dimensión
Mitos y leyendas de Tamaulipas
  • Carboneras, municipio de San Fernando: El mar como espíritu viviente

  • Ciudad Victoria: Misterios en la Loma del Muerto
Mitos y leyendas de Tlaxcala
  • San Miguel del Milagro: Un hombre con suerte

  • Tlaxcala: El Niñito
Mitos y leyendas de Veracruz
  • Papantla: La Llorona

  • Xalapa: La mujer de blanco que sale del panteón
Mitos y leyendas de Yucatán
  • Mérida: El Cristo de las Ampollas

  • Valladolid: Los aluxes
Mitos y leyendas de Zacatecas
  • Nochistlán: El tesoro de los frailes

  • Zacatecas: Leyenda del restaurante «La leyenda»

Mitos y leyendas de todo México está a la venta en todas las sucursales de Editorial Trillas en el país y en la página directa del libro: Mitos y leyendas de todo México.
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jueves, 30 de enero de 2014

Leyendas del mayorazgo de Jaral de Berrio: "La Niña Conchita"



La «Niña Conchita»
Leyenda de Villa González Ortega, Zacatecas

Esta puerta era un pasadizo que comunicaba a la iglesia con la hacienda (de El Carro) y cuentan que la hija del conde siempre venía por acá a oír misa. El pasadizo hace un puente y dicen que allí en ese puente, donde hay un arco, se aparece el fantasma de la hija, que le decían la «Niña Conchita». La sacristana cuenta que ella sí la ha visto, que es muy bonita, con el pelo largo, que siempre anda con unas enaguas blancas y que siempre se aparece a los doce del día y a las doce en la noche. La sacristana la ha visto de noche porque se queda aquí a dormir –cuenta la Sra. Francisca Mauricio.

     Cuenta una historia que María Conchita Moncada así se llamaba ella y luego fue la dueña de aquí cuando todavía era jovencita se enamoró de un peón y por mucho tiempo llevaron su amor a escondidas porque eran de clases sociales diferentes. Ella sabía que si su papá se daba cuenta hasta podía matarla y por eso por mucho tiempo ella y el peón llevaron su amor en secreto. Cuando ella venía a escuchar misa, pasaba por el puente donde está el arco y salía por el pasadizo para llegar aquí a la iglesia. Como entre el puente y el pasadizo hay un lugar oscuro, ahí siempre la estaba esperando el muchacho para besarla y decirle cosas bonitas. Quién sabe cómo estuvo el asunto, pero un día el conde se enteró y aunque la Niña Conchita negó ese amor, tarde o temprano tuvo que decir la verdad porque había quedado encinta. Aunque el conde era un tipo muy duro, se apiadó de su hija porque ella era su hija predilecta. Entonces la mandó a un convento en México y ella nunca volvió para acá en vida del conde. Empezó a venir cuando ya era dueña de la hacienda, luego de que su papá había muerto y la heredó a ella. (Leyenda recopilada por Homero Adame.)
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      La «Niña Conchita» nada más venía a pasar las vacaciones aquí, y dicen que casi todo el día andaba con su hábito de monja, hasta cuando se sentaba a hablar de negocios con los administradores o cuando salía con ellos a supervisar cosas de la hacienda. Pero también dicen que siempre al mediodía y en la media noche se ponía ropa normal porque quería ir al templo como mujer y no como religiosa. Pero la verdad es que ella quería encontrarse con su amor, o al menos recordar los momentos felices que vivió con él. De la casa cruzaba por el puente, luego el arco y se quedaba en el pasadizo, como si ahí estuviera el peón esperándola. Dicen que la oían llorar y es por eso que su ánima todavía se aparece en ese mero lugar a esas horas. 

      Lo que no sabemos es qué pasó con el peón ni con el hijo que seguramente engendró la «Niña Conchita». Eso nadie lo cuenta porque no se sabe, pero una se puede imaginar que el conde mandó matar al peón o él mismo lo ha de haber matado porque desgració a su hija. Y del niño, o sea el nieto del conde, quién sabe. Habrá nacido y de seguro lo habrán dado en adopción a una familia de México porque ese secreto tenían que guardarlo muy bien, pero los secretos por muy secretos que sean siempre se saben, y ya ve, de este mismo secreto estamos hablando ahora.

Nota: según cuenta otra leyenda, el rostro de la segunda foto es el de la Niña Conchita, quien fue pintada en muchas partes de la iglesia dedicada al Señor de Santa Teresa.


Esta leyenda fue publicada en mi libro Haciendas del Altiplano, historia(s) y leyendas. Tomo I. Grandes latifundios virreinales. 2012.

Puedes ver más sobre este libro siguiendo este enlace:

domingo, 5 de enero de 2014

Costumbres, cuentos y leyendas de Nuevo León: Los jicos



LOS JICOS

Costumbre, cuento y leyenda del Altiplano

Hay extraña una costumbre que es propia de algunas poblaciones altiplanenses del sur de Nuevo León, dentro de los municipios de Doctor Arroyo y de Mier y Noriega. Se trata de una especie de fiesta sin comparación, la cual se celebra de manera espontánea y tiene como base el compadrazgo.

       Todo surge de un fenómeno natural y poco frecuente que se da en algunas plantas, cuando dos frutas crecen juntas o pegadas, dígase dos tunas, dos elotes o dos calabazas, a las cuales regionalmente se les conoce como “jicos”. La costumbre consiste en que la persona que encuentra y corta los jicos se los regala a otra, y ésta queda comprometida a secarlos y reducirlos en harina y luego prepararla como dulce para después entregar la mitad del producto a quien se lo regaló. Al hacer esto, se realiza la fiesta y los dos amigos se convierten en compadres.

       ¿De dónde o cómo surge dicha costumbre? Nadie parece saberlo, pero hay una leyenda, que algunos ancianos narran a guisa de cuento, que bien podría darnos una pista.


      Hace muchos años, tantos que ya no hay quien recuerde cuántos, andaba una joven mujer huachichil en el monte cortando frutas. El tiempo de frío había llegado y era su obligación juntar provisiones para el largo invierno. Ella estaba embarazada y pronto iba a dar a luz. Como buena indígena, sabía que, de ser necesario, pariría sola, sin la ayuda de alguien, como lo habían hecho su propia madre y todas las otras mujeres de su aldea. Si le llegaba el momento andando sola en el monte, no debería haber problema.

       La época de tuna ya había concluido y era la fruta más preciada por los huachichiles. En eso, la mujer descubrió unos jicos de tuna en lo alto de una nopalera. Inútilmente trató de alcanzarlos con su mano; luego, buscó una vara larga o cualquier cosa que le ayudara, sin suerte alguna. Pensó en tumbarlos de una pedrada, pero eso hubiera hecho que las tunas se echaran a perder. Siguió intentando de muchas formas, incluso poniéndose en riesgo, hasta que pudo cortarlos con la mano. Para su mala fortuna, perdió el equilibrio y cayó entre la nopalera. Como nadie estaba cerca de ella para auxiliarla, no pudo moverse y quedó muy grave, tanto por el frío como por las heridas de las espinas. En la mañana, aún con vida, unos cazadores la encontraron y la cargaron de regreso a la aldea. Llevaba aferradas en sus manos las dos tunas, los jicos.

       Resulta que antes de morir, dio a luz a dos niños, algo al parecer inusual, al menos en esa aldea huachichil. Como el hombre de ella andaba de cacería con otros compañeros, la gente esperó su regreso para que él mismo decidiera qué hacer con los bebitos. Mientras tanto, éstos fueron entregados a dos mujeres para que los amamantaran.

       Pasó el invierno y el padre de los dos niños jamás regresó ―es posible que haya muerto durante una cacería―. Los gemelos hubieran crecido en la misma aldea de no haber sido por una circunstancia imprevista: hubo una lucha territorial entre huachichiles y xi’oi; a las mujeres y niños los llevaron a sitios seguros, lejos del campo de batalla. Fue así como los hermanos quedaron separados, al igual que los pobladores de aquella aldea, quienes con el paso del tiempo formaron dos o tres clanes distintos.

       Transcurrieron los años y varios clanes de la nación huachichil decidieron hacer alianzas entre ellos para crecer en número y unir la fuerza de sus guerreros con el propósito de hacerles frente a los enemigos de otras tribus o naciones. Para lograr las alianzas, era necesario desposar a los jóvenes de diferentes clanes, quienes no tenían inconveniente en hacerlo. Así, el jefe de un clan, y padre de dos hermosas doncellas, ofreció a sus hijas a sendos jóvenes guerreros. Como hubo muchos pretendientes, el hombre les dijo que las daría en matrimonio a los dos guerreros que trajeran las mejores ofrendas. Todos salieron en busca de algo para complacer al futuro suegro.

       Al tercer día, regresaron los pretendientes con sus ofrendas o dotes. Las exhibieron ante el padre de las doncellas para que tomara su decisión. No batalló mucho en hacerlo. Dio las manos de sus hijas a dos jóvenes que habían traído, cada uno por su lado, jicos de tunas, pues eso había sido algo excepcional. Encontrar jicos no es tarea fácil; encontrar dos jicos de una misma fruta es más difícil; que dos jóvenes hubieran llevado una ofrenda igual era algo por demás inusual, y por dicha razón el jefe del clan decidió de inmediato quiénes serían sus yernos.

       Lo que tal vez él no supo, ni los jóvenes tampoco, fue que ellos eran aquellos gemelos cuya madre murió cortando jicos. El destino los volvió a unir, ahora casados con dos hermanas.

Esta leyenda se publicó en el libro Mitos y leyendas de huachichiles, de Homero Adame, por la Secretaría de Cultura del estado de Oaxaca como resultado del trabajo ganador del Premio Mito y Leyenda "Andrés Henestrosa", 2007.

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