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sábado, 13 de enero de 2018

Leyendas cristianas: San Antonio, el "casamentero"



 
San Antonio de Padua, el santo “casamentero”, en realidad debería ser conocido como San Antonio de Lisboa por haber nacido en la capital portuguesa, en 1191, bajo el nombre de Fernando Martim de Bulhões e Taveira Azevedo. A lo largo de su vida fue predicador de la orden franciscana, doctor de la Iglesia y canonizado como santo el 30 de mayo de 1232, cuando Gregorio IX era el Papa.



San Antonio es uno de los santos más populares del catolicismo gracias a los muchos milagros que se le atribuyen: ayuda a encontrar objetos perdidos, es protector o patrón de los viajeros, panaderos, papeleros, de mujeres estériles y, sobre todo, es el santo favorito para quienes buscan pareja, es decir, hombres y mujeres de cualquier edad lo invocan para hallar una buena esposa o un buen esposo.




Muchas de las costumbres relacionadas con San Antonio de Padua para pedirle favores es llevarle ofrendas florales y hacerle una promesa a cambio. Si concede el favor, entonces hay que cumplirle con lo que uno le prometió. Muchas personas incluso elaboran personalmente o mandar hacer un ex-voto o retablo como recuerdo y testimonio del milagro concedido.



Se dice que mucha gente, principalmente mujeres que le piden a San Antonio les ayude a conseguir novio, pareja o marido, si se da cuenta de que el santo no pone atención o está tardando en conceder lo solicitado, lo voltean de cabeza o lo ponen de espaldas como castigo hasta que interceda y les cumpla. Y dicen, dicen, que tarde o temprano sí cumple. Es por esto que se le conoce como el santo “casamentero”.

También cuentan que a San Antonio en realidad no le gusta que lo “castiguen”, sino que prefiere que le enciendan una vela mientras se hace la petición y así se siente más apreciado y cumple sin “respingos”.








San Antonio falleció en Padua, Italia, el 13 de junio de 1231 y desde entonces su fiesta patronal se celebra en esta fecha con gran algarabía en ciudades como Orizaba, Veracruz o en parroquias como la de San Miguel de Allende, donde fueron tomadas las fotos que acompañan este texto.