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domingo, 29 de abril de 2012

Haciendas del Altiplano – historia(s) y leyendas. Tomo II - 100 años de esplendor

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HACIENDAS DEL ALTIPLANO – HISTORIA(S) Y LEYENDAS
Tomo II
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De la Independencia a la Revolución – 100 años de esplendor
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Ya está publicado el tomo II de la investigación de las haciendas del Altiplano (¡salió antes que el tomo I!). Es el primer resultado de un proyecto de investigación que inicié en 2009, con un apoyo del FECA (Fondo Estatal para la Cultura y las Artes); para publicarse, con el apoyo del Programa de la Conmemoración del Bicentenario del Inicio de la Independencia Nacional y Centenario del Inicio de la Revolución Mexicana.
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La estructura del libro es de esta manera:
  1. Una ficha introductoria que menciona la ubicación, de la hacienda, el municipio, el giro económico y las distancias a la cabecera municipal y la capital del estado.
  2. Una ficha con descripciones arquitectónicas del casco de la hacienda y sus condiciones actuales.
  3. Una ficha o reseña histórica que menciona fechas de fundación, nombres de dueños en distintas épocas y eventos relevantes que fueron consignados por la historia documentada.
  4. Un apartado de historia oral con anécdotas o datos históricos que no fueron documentados, pero siguen contándose.
  5. Una o dos leyendas que tienen a la hacienda (el casco) como escenario.
  6. Varias fotografías de cada hacienda.
Para este libro seleccioné 20 haciendas que surgieron con el México independiente, y son las siguientes:
  • Hacienda de Buenavista, en el municipio de Guadalcázar, SLP
  • Hacienda de Cerro Gordo, en el municipio de Tula, Tamaulipas
  • Hacienda de Derramaderos, en el municipio de Villa de Arista, SLP
  • Hacienda de El Canelo, en el municipio de Doctor Arroyo, N.L.
  • Hacienda de El Mezquite, en el municipio de Saltillo, Coahuila
  • Hacienda de Los Patos, en el municipio de Matehuala, S.L.P.
  • Hacienda de Guadalupe, ubicada en El Epazote, municipio de Venado, S.L.P.
  • Hacienda de La Corcovada, en el municipio de Villa Hidalgo, S.L.P.
  • Hacienda de La Enramada, en el municipio de Moctezuma, S.L.P.
  • Hacienda de La Presita, en el municipio de Villa de Guadalupe, S.L.P.
  • Hacienda de Los Pruneda, ubicada en Potrero, municipio de Catorce, S.L.P.
  • Hacienda de Presa de Guadalupe, en el municipio de Guadalcázar, S.L.P.
  • Hacienda de Sagrado Corazón, ubicada en El Peñuelo, municipio de Galeana, N.L.
  • Hacienda de San Cayetano de Vacas, en el municipio de Doctor Arroyo, S.L.P.
  • Hacienda de San José de Raíces, en el municipio de Galeana, N.L.
  • Hacienda de San Tiburcio, en el municipio de Mazapil, Zacatecas
  • Hacienda de Santa María, en el municipio de Salinas, S.L.P.
  • Hacienda de Santa Rita del Sotol, en el municipio de Cedral, S.L.P.
  • Hacienda de Santa Teresa, en el municipio de Ahualulco, S.L.P.
  • Hacienda de Santiago, en el municipio de Pinos, Zacatecas
Veamos a continuación una página escaneada del libro, correspondiente a la hacienda de La Corcovada:
Puedes ver otra página escaneada y fotografías diferentes de las haciendas incluidas en este libro siguiendo este enlace:

viernes, 27 de abril de 2012

Mitos y leyendas de la Huasteca: Los Pak’an y los lints’i’


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LOS PAK’AN Y LOS LINTS’I’
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Leyenda de Tanlajás, SLP
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Los relatos que versan sobre los gigantes no son propios de la Huasteca, ya que también forman parte de la tradición mitológica de cualquier cultura del planeta. Dentro del acervo de toda civilización se incluyen leyendas de aquellos habitantes que poblaron la Tierra mucho antes que aparecieran los primeros seres humanos. En la región de Tanlajás se cuentan historias de los lints’i’, que fueron descendientes de los pak’an.
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Uno de tantos mitos sobre el tema de la creación que los tének de Tanlajás les cuentan a sus hijos, explica que cuando Dios creó el universo, el mundo, y dio vida a las plantas y a los animales, también se la otorgó a los pak’an, seres gigantescos que vivieron en la sierra. Éstos tuvieron mucha descendencia –unos más inteligentes o perfectos que otros. Al reproducirse, constituyeron las razas del mundo y se fueron a poblar todos los rincones del planeta.
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En la Huasteca se quedaron a vivir los lints’i’, una de esas razas de gigantes, cuya estatura apenas alcanzaba las dimensiones de sus padres, los pak’an. Los corpulentos lints’i’ tenían tres pies y dos brazos, además de abundante pelo en todo el cuerpo. Su organismo era diferente al de los humanos de la actualidad: carecían de dientes, pues no necesitaban ingerir alimentos ni beber líquidos; solamente se nutrían de la esencia de la comida cruda, como por ejemplo del aroma de las semillas tiernas de maíz o del perfume de las flores. En otras palabras, el alimento lo recibían a través del olfato, que tenían muy desarrollado.
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Los lints’i’ eran muy pacíficos, no peleaban con nadie y era nula su necesidad de cazar para sobrevivir, a la vez que tampoco había depredadores que los cazaran a ellos. Así vivieron en armonía por muchos siglos hasta que una nueva raza llegó a habitar estas tierras de la Huasteca: era la de los primeros humanos, más bajos de estatura y sí tenían la necesidad de ingerir alimentos, como carne cruda o frutos silvestres.
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Cuando aquellos primeros humanos primitivos descubrieron a los lints’i’, sintieron un pavor extremo porque éstos eran gigantes, y presuntamente muy poderosos. Sin embargo, al percatarse que en realidad eran muy pacíficos, decidieron desterrarlos, para lo cual planearon una guerra imparcial, pues la verdad sus adversarios no opusieron resistencia alguna. Los lints’i’ no podían defenderse porque ignoraban cómo hacerlo, ya que su naturaleza no era agresiva; además, era una raza poco numerosa. Entonces, un día organizaron un concilio del cual surgió la decisión de establecerse en otro lugar donde pudieran continuar viviendo conforme a su estilo, en paz y en armonía con el mundo, lejos de sus enemigos. Pero, sin importar a dónde fueran, invariablemente los perseguían los humanos.
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Con el paso del tiempo, aquella raza se extinguió, fue exterminada por la crueldad humana. Sin embargo, cabe la posibilidad de que hayan encontrado un lugar pacífico en el interior de la Tierra, pues se dice que los últimos lints’i’ que fueron vistos estaban en la entrada de una cueva en la sierra de Pioxtla. Entonces, a lo mejor aquellos seres mitológicos descubrieron la manera de perpetuar su existencia feliz en este mundo, pero eso sí, afuera del alcance de sus únicos depredadores: los humanos.
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Algo sobre Tanlajás, San Luis Potosí
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La fundación española de esta región se dio en 1723, aunque su historia prehispánica se remonta a la época del gran imperio huasteco. El nombre asignado por los conquistadores fue Santa Ana de Tanlaxás. En el siglo xix recibió la categoría de villa y tiempo después, de cabecera municipal.
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Su nombre antiguo es una combinación de vocablos tének y castellanos: Tam significa «lugar» y Laxas o Lajas, «piedra en forma de capas» o «piedra en forma de hojas»; por lo tanto, el significado de Tanlajás es «lugar de lajas».
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Este mito salió publicado en el libro de Homero Adame Mitos, relatos y leyendas del estado de San Luis Potosí. Secretaría de Educación del Gobierno del Estado y Secretaría de Cultura. San Luis Potosí. 2007.