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viernes, 25 de febrero de 2022

Anécdota chistosa de Linares, NL

 

Fue el tacón...

(Sucedido en el Colegio Linares, de Linares, N.L.)

 

Las escuelas y colegios son lugares que conservan muchas anécdotas que se pasan de generación en generación, y en muchos casos son modificadas, cambiando los personajes originales por personajes actuales. Cada institución seguramente tiene una lista interminable de anécdotas, pero voy a narrar una que escuché en mi niñez y sigue contándose en el Colegio Linares.

Por razones obvias, se ha evitado dar los nombres de los personajes que tomaron parte en esa historia, y el único nombre que se menciona sí es el real.

 


Un día estaban los niños de sexto año en clase de aritmética con su profesor Cabrera, cuando de repente se escuchó un sonoro pedo. Fue tan ruidoso que todos los niños empezaron a reír y a mirar al lugar donde provino el estruendo flatulento.

Como la única persona al frente era el maestro, entonces era obvio que él había sido, y ante la mirada de risa y cierto miedo de los niños, el profe no tuvo otro remedio que buscar una excusa convincente para que todo quedara aclarado. Así que les dijo: “Fue el tacón, fue el tacón”, mientras hacía un movimiento de tallar el tacón de su zapato sobre el piso. “Fue el tacón, fue el tacón” seguía diciendo y sin producir un sonido similar al sonoro flato con el tacón de su zapato.

Y ante aquella situación entre penosa y chusca, se oyó el grito de Cañamar, uno de los alumnos que exclamó: “¡Sí, fue el tacón de frijoles que te echaste case Jaime Adame!”, y todos siguieron riendo.

 


Esta anécdota fue publicada originalmente en el libro Mitos, cuentos y leyendas regionales, tradición oral de Nuevo León, por Ediciones Castillo, 1998.

En 2022, Homero Adame publicó Mitos, cuentos y leyendas de Nuevo León. Regiones Citrícola y Sur, libro cuyos antecedentes son Leyendas, relatos, costumbres y tradiciones de Nuevo León (Ed. Font. 2005), Mitos, cuentos y leyendas de Nuevo León (Ed. Font. 2005) el cual fue, a su vez, una edición corregida, aumentada y mejorada de Mitos, cuentos y leyendas regionales – tradición oral de Nuevo León, originalmente publicada por Ediciones Castillo en 1998.




Mitos, cuentos y leyendas de Nuevo León. Regiones Citrícola y Sur (Guadalajara. 2022) contiene exclusivamente relatos de doce municipios neoleoneses, seis de ellos ubicados en la Región Citrícola y, otros seis, en la Región Sur. Está compuesto por tres capítulos: 1. Mitos, 2. Cuentos y 3. Leyendas; este último subdivido por épocas y temas: a) Leyendas con contenido prehispánico, b) Leyendas coloniales de santos y vírgenes, c) Leyendas de aparecidos y fantasmas, d) Leyendas de brujas y curanderos, e) Leyendas de cementerios y f) Leyendas de tesoros. Más aún: en este tratado el autor presenta cada relato recreando el habla de zonas rurales y serranas de Nuevo León, donde se usa un lenguaje sencillo, pero con vocablos y locuciones poco comunes o desconocidas en otras regiones del país o en las urbes.

Cabe destacar que más allá del relato, Homero Adame analiza el contenido de cada leyenda y encuentra simbolismos, hierofanías, elementos teogónicos del pensamiento desde el tiempo mítico y, de tal modo, sitúa a estas regiones neoleonesas en el contexto de la mitología universal.

La aclamada obra Mitos, cuentos y leyendas de Nuevo León. Regiones Citrícola y Sur, está disponible en librerías y también en Amazon, tanto en formato digital (Kindle) como en formato impreso o formato papel.

https://www.amazon.com.mx/Mitos-cuentos-leyendas-Nuevo-Le%C3%B3n/dp/6072930409/ref=tmm_pap_swatch_0?_encoding=UTF8&qid=&sr=


Encuentra más relatos de Nuevo León o de México en otros libros del investigador Homero Adame disponibles en Amazon, por ejemplo, accede a la coleccción en este enlace: Biblioteca Homero Adame : mitos y leyendas mexicanas.

O bien, ve directamente a una de sus obras más recientes: Mitos y leyendas del norte de México.


viernes, 16 de julio de 2021

El pastel

Anécdota chusca del pastel

(Sucedido en Linares, N.L.)

 

Éranse cuatro amigas que todas las tardes se juntaban con otras damas de su mismo círculo social a jugar canasta en el Casino o en casa de alguna de ellas. Esto no es nada fuera de lo común; muchas personas lo hacen. Sin embargo, lo singular de este grupo es que cuatro de ellas llevaban por nombre Concepción, y de cariño les decían "Conchita" en sus diferentes variantes. Además, eran comadres; no todas con todas, sino que una con otra como veremos más adelante.

Un año en particular, el 8 de diciembre cayó en sábado, por lo que no hubo jugada. Las Conchitas fueron invitadas, por separado, por su parentela para celebrar el día de santo. Hasta ahí todo en orden.

Ah, pero a las amigas, y más a las comadres, se les debe obsequiar algo. Cualquier detallito, por insignificante que sea, es bueno. Unos aretitos de alpaca, un regalo de “roperazo”, un prendedor, unos mantelitos deshilados de Aguascalientes, una crema de almendras para el cutis, o cosas por el estilo, son excelentes para salir del paso, y de pasada cumplir con la festejada.

Muy bien. Ya era sábado 8 de diciembre y una de estas cuatro amigas, la señora Conchis, andaba tan ocupada recibiendo felicitaciones telefónicas de sus hijos y amistades y ordenando la comida que casi se le olvidó hablarle a sus amigas y a su comadre Conchita. Como a eso de las doce se acordó y fue el momento en el cual el mundo casi se le vino abajo por unos instantes.

"¿Qué le regalaré a mi comadre Conchita?", pensó con insistencia. Le dio vueltas a cuanta idea se le vino en mente, pero ninguna le satisfacía. "Ah, ya sé. ¡Un pastel! No me sale caro y además quedo bien con ella", concluyó.

Con esa resolución, la señora Conchis le ordenó a su cocinera que hornease un pastel de chocolate. "Y de relleno le pones chispitas de chocolate o unas tres cerezas o ahí lo que se te ocurra", le dijo a la muchacha. Cuando el pastel estuvo listo, con otra sirvienta lo envió a la casa de su comadre Conchita, quien no se hallaba en casa para recibir el presente de manera personal.


Mientras tanto, esta señora Conchita también andaba medio preocupada pues no sabía qué obsequiarle a su comadre Conchón. Cuando llegó a su casa después de la comida, se encontró con el pastel de su comadre Conchis, y pensó: "¡Ay, mira, qué buen regalo! Este pastel me va a sacar de apuros. Nada más le pongo mi tarjetita y se lo mando a mi comadre Conchón". Y así fue. El pastel fue entregado en casa de la señora Conchón un rato más tarde.

La señora Conchón, por su parte, también tenía rato pensando qué enviarle a su comadre Concha. Desde la mañana había recibido una caja de sabrosos chocolates de San Luis por cuenta de su comadre, y sentía la obligación de corresponderle del mismo modo. Por eso, cuando recibió el pastel de su otra comadre, éste le cayó como del cielo. Sólo tuvo que cambiar la tarjeta, poner la suya y mandárselo a la señora Concha.

Eran como las seis de la tarde cuando la señora Concha recibió su regalo. Más tardó en recibirlo que en remitirlo a la casa de su comadre Conchis, pues se trataba del obsequio ideal para un día de santo. La sirvienta de doña Concha llevó el pastel a la casa de la otra señora.

Doña Conchis, quien había sido invitada a pasar la tarde en la casa de una de sus hijas, finalmente regresó a su hogar a eso de las diez de la noche, después de haber incluso cenado. Cuál fue su sorpresa descubrir su propio pastel en su casa, pero enviado por su comadre Concha, como si ésta lo hubiese horneado o comprado. En eso exclamó: "¡de haber sabido, le hubiera puesto más huevos!"

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La imagen fue tomada del sitio de Internet es.restaurantguru.com. Que el enlace sirva de crédito a sus creadores.