En Tlayacapan, Morelos una pequeña ciudad cerca de Tepoztlán, que es famosa por su convento agustino del siglo XVI y por las peregrinaciones a la virgen del Tránsito, cuentan una leyenda colonial que concierne a dicha virgen, pues, según tal leyenda, un día ella decidió dejar su hogar original en Tepoztlán y fue a buscar un nuevo hogar en otro pueblo, en Tlayacapan.
Se dice que la virgen del Tránsito era la patrona de Tepoztlán y que un día los tepoztecos la llevaron a Tlayacapan porque la imagen estaba en mal estado por causa de las lluvias y porque había un artesano de Tlayacapan que sabía restaurar ese tipo de figuras religiosas. La imagen pronto quedó como nueva y los tepoztecos emprendieron el viaje para llevarla de regreso a casa, pero los sorprendió la noche en el camino y les fue necesario pernoctar a la intemperie bajo las estrellas. Cuál no habrá sido su consternación cuando despertaron a la mañana siguiente y descubrieron que la imagen había desaparecido, como si se hubiera esfumado en el aire porque no había huellas ni rastro de ella. Sospecharon que los habitantes de Tlayacapan, envidiosos de tan bella imagen, se la habían robado mientras todos dormían.
Regresaron a Tlayacapan y... ¡allí estaba la escultura! Los
tepoztecos estaban furiosos y amenazaron a sus vecinos con la guerra si
intentaban robar de nuevo la imagen de su amada virgen. Los tlayacapanenses no sabían qué decir. Nadie podía explicarse cómo había regresado sola la figura.
Los tepoztecos partieron de nuevo para llevarse la imagen a
casa, a Tepoztlán. En aquellos años era un trayecto muy largo, así que, por supuesto, tuvieron
que acampar de nuevo en algún paraje de montaña. Esta vez, sin embargo, decidieron dejar a
alguien de guardia toda la noche. Pero en la mañana descubrieron que la figura
había vuelto a desaparecer y el vigilante mismo no podía explicar cómo había
desaparecido porque juró haber estado en vela toda la noche.
Los tepoztecos, ahora muy enfadados, vieron unas pequeñas
huellas y decidieron seguirlas. Y, por supuesto, el rastro conducía
directamente a... ¡Tlayacapan! Sin embargo, notaron que había huellas frescas de pies chiquitos alrededor de una poza en el
cerro del Tlatoani, como si la virgen se hubiera detenido recientemente a beber
agua allí, descansar o refrescarse... El enojo de los habitantes de Tepostlán se convirtió en incredulidad ante el descubrimiento, pues
se dieron cuenta de que nadie había robado la estatua, sino que ella misma había regresado
a Tlayacapan por su propio pie. Esta vez no se sorprendieron en lo más mínimo encontrar
a la virgen de nuevo en el convento, donde estuvo por muchos años hasta que levantaron su propia capilla por tratarse de una imagen muy venerada.
Al final no hubo guerra ni nada entre ambos pueblos. Al
contrario, desde aquel día, la gente de Tepoztlán hace peregrinaciones
especiales a Tlayacapan ¡para honrar a su propia patrona!" dentro del marco de Semana Santa cuando cientos de peregrinos de otras partes van también a venerar a tan milagrosa imagen.
Nota: la fotografía de la virgen fue tomada de la página de Facebook Fiestas de los pueblos y barrios de la cuenca de México, mientras que la del convento de San Juan Bautista del blog de Jesús Alcántara. Que los enlaces sirvan de crédito a quienes correspondan.
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