ISIDRÓN
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Leyenda
de Villa Hidalgo, SLP
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Debió de haber
sucedido en fecha posterior a 1615, fecha en que ocurrió el descubrimiento del
mineral de San Pedro de Guadalcázar
y más probablemente alrededor del año 1756, año en el que en ese lugar se
estableció la Real Caja por el Marqués de Las Amarillas (1), cuando transitaban
por territorio del actual municipio de Villa Hidalgo arrieros y diligencias con
cargamentos de diversos productos que mercaban entre los colonos que habitaban
los escasos asentamientos humanos de la región, volviendo a la ciudad con los
productos de estas tierras un tanto inhóspitas pero a la vez muy ricas.
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De especial valor eran
los minerales que en forma semi concentrada o en algunos casos ya como producto
metálico en barra o en moneda, eran también transportados hacia la ciudad de
San Luis Potosí, por lo que no podía faltar el vival que encontrara más
atractivo el asecho a los cargamentos que transitaban por los polvorientos
caminos que la búsqueda de las vetas y su posterior extracción a pico y pala
desde las entrañas de las prominentes sierras de Charcas, Catorce, Salinas, San
Pedro y Guadalcázar. Desde esta última era paso obligado hacia la capital el
valle actualmente conocido como de Villa Hidalgo o de Peotillos. Al aproximarse
a los picachos y lomeríos en donde hoy día se encuentra Villa Hidalgo, la
adrenalina de los que por allí transitaban fluía por todo el cuerpo, el corazón
se aceleraba y el sudor de la frente era helado, los arrieros trataban de
descubrir todo ruido, todo movimiento, todo objeto extraño que les pudiese
avisar, no sé ni con qué fin, de algo que sería inevitable, una vez que se
apersonara frente a ellos Isidrón y su gavilla de bandoleros.
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Isidro Portocarrero,
conocido como Isidrón por su corpulencia, con más de dos metros de estatura y
poderosos músculos, era uno de esos rebeldes con espíritu de líderes y sin una
causa, o quizá había hecho de él todas las causas que en este mundo incitan a
la rebelión a quienes poseen ímpetus de guerreros y sentido de justicia y
libertad, a quienes buscando la justicia misma son señalados como villanos por
los supuestos ciudadanos honorables y no encuentran como seguidores más que a
prófugos, a las “lacras” de la sociedad, a los que no reciben otra oportunidad
de reivindicación. Isidrón confirmó así una vez más esta tesis, pasando de ser
uno de esos ilusos nobles, al temido salteador de caminos, seguido por una
horda de bandoleros que se apoderaban de todas las riquezas que podían cuando
interceptaban cualquier cargamento. Su trayectoria fue tal vez efímera por esta
vida, sus gritos y los de su gavilla se escucharon tal vez sólo por algunos
años entre los montes de esta región, no así el eco de sus hazañas legendarias,
que aún se sigue escuchando y más aún si tales hazañas han despertado la
curiosidad y difícilmente no, también la codicia de los que ahora se preguntan,
¿qué pasó con las riquezas acumuladas durante ese tiempo?, Si a los bandoleros poco
se les podía ver por las ciudades y no eran capaces de gastar esas riquezas y
no hay noticias de que hayan sido recuperadas, ¿en dónde quedaron?
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Cuentan que en tiempos
más recientes, paseantes que caminan por las laderas del llamado Cerro Grande,
el mayor de los picachos que rodean a la cabecera municipal de Villa Hidalgo,
han descubierto entre los nopales de tapona que se extienden alcanzando poca
altura, no mayor de un metro, una cueva cuya entrada está sellada por una
pesada losa con una argolla, sin embargo, cuando deciden ir a buscar ayuda para
remover la losa, regresan y encuentran la nopalera descrita, mas no así la
mencionada losa. Otros han logrado correr un poco la losa y han logrado ver las
riquezas que yacen bajo de la misma, en el interior de la cueva, sin embargo,
es tal su miedo que deciden llamar a otros más para abrir por completo la cueva
y penetrar en ella sin dar más con la misma a su retorno. ¿De qué encantamiento
se trata?, ¿será el valor que flaquea siempre en los momentos decisivos, cuando
las cosas están a nuestro alcance y no las tomamos por miedo?, ¿será la codicia
la que nos hace ver sólo por momentos cosas que no existen? Miedo y codicia,
dos debilidades del ser humano que frecuentemente nos mal aconsejan.
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*Montejano y Aguiñaga, R., 1994. La Minería en San Luis Potosí. Archivo
Histórico del Estado de San Luis Potosí, 61 p.
Esta leyenda fue publicada en el libro Picachos, Villa Hidalgo, S.L.P. Monografía y
recuerdos, de José Rafael Barboza Gudiño. Universidad Autónoma de San Luis
Potosí. SLP. 2011.
Se ha publicado en este blog con autorización
del autor.
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