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martes, 21 de diciembre de 2010

Los nacimientos en México

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LA TRADICIÓN DE LOS NACIMIENTOS EN MÉXICO
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Al llegar la temporada navideña, algo que resalta de inmediato son las decoraciones que observamos por doquier. Aunque variados en gusto, tamaño, color y forma, los motivos son muy similares entre sí, pero la intención es levantar siempre el espíritu de la Navidad.

Existen varias formas de mostrar ese espíritu, y podríamos diferenciar cuatro, entre muchas otras:
1. La decoración comercial: la cual se distingue por todos los objetos navideños que se colocan en los aparadores de las tiendas, con el afán de atraer clientela. Este tipo de ornamentación tiene un amplio contenido de motivos, aunque los nacimientos cada vez van siendo menos, ya que cuestan tiempo y trabajo. Por lo tanto, al adoptar ideas extranjeras, los comercios utilizan pinos y nieve artificiales, Santa Clauses y muchos otros objetos burdos de plástico, sin que la clientela o el paseante común y corriente objete en lo más mínimo.
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2. La decoración pública: ésta, que se exhibe en plazas y edificios de gobierno, manifiesta un sincretismo de motivos: pinos naturales o artificiales, nacimientos y cajas vacías envueltas en papel de temporada. Por lo general este tipo de ornamentación es grande y bien puesta, con figuras de tamaño natural (o incluso mayores) y muy atractiva para todo tipo de transeúnte.
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3. La decoración familiar: este grupo en sí ofrece tres tendencias fundamentales:
a) aquellos que han sido absorbidos por lo extranjerizante, con pinos naturales o artificiales, esferas y adornos fantásticos, incluyendo los Santa Clauses de plástico;
b) los que sincretizan los elementos, como en el mencionado sector público y
c) quienes siguen la tradición del nacimiento, aunque de una manera un tanto mestiza. Aquí podemos mencionar que existen dos tipos de familias: 1. las que ponen un nacimiento pequeño, acorde al espacio de la casa o al presupuesto familiar, y 2. aquéllas que, sin escatimar tiempo, dinero y esfuerzo, aún expresan su espíritu navideño con nacimientos monumentales, en ocasiones destinando toda una habitación de la casa para tal efecto.
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4. Y la decoración religiosa: Por último tenemos los nacimientos religiosos; los que se encuentran en las iglesias. Estos, en muchos casos, son obras extraordinarias por su tamaño, forma y representaciones iconográficas, en las cuales se denota el apego al costumbrismo, el buen gusto y el interés de los clérigos por dignificar un momento tan solemne dentro de la idiosincrasia y el calendario ritual cristiano. Salvo algunas familias que se apegan a la tradición, en los templos es donde se conserva la costumbre de "acostar" al ni o hasta el día de su "nacimiento". Jamás lo hacen antes, como ya se ha hecho rutina en la mayoría de los casos.
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De acuerdo con la leyenda, el origen del nacimiento se remonta a la época de Giovanni Bernardone (1182-1226), mejor conocido como San Francisco de Asís, quien fue el primero en montar un nacimiento viviente para ejemplificar el natalicio de Jesús. La fecha exacta es desconocida, pero pudo haber sido en el año de 1223. Ya habiendo fundado la orden franciscana, él recorría las poblaciones de su natal Italia con el objetivo de predicar la palabra de Dios. En ese invierno de 1223, mientras andaba cerca de Rieti, lo sorprendió la Navidad en la ermita de Greccio; siendo ahí donde se inspiró y reprodujo el nacimiento del niño Jesús. Ayudado por otros clérigos, construyó una casita de paja, un portal y un pesebre, e invitó a todos los lugareños a reproducir la escena viviente, con José y María, el niño naciente, los pastores y hasta un buey y un burro para complementar la escena.
Cuando por fin se arraigó esta tradición en Europa, por mucho tiempo se hizo con nacimientos –o belenes– vivientes, principalmente en los recintos religiosos, hasta que poco a poco se fueron elaborando figuras e iconos y se expandió a los hogares de los fervientes cristianos. Se cree que el primer nacimiento hecho con figuras de barro se construyó en Nápoles, también en Italia, a fines del siglo XV. A partir de esa fecha, el Rey Carlos III ordenó que la costumbre se extendiera por todo su reino.
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Es obvio que con la conquista española, los frailes utilizaron las costumbres navideñas para evangelizar a los nativos de nuevo mundo. Y los belenes jugaron un papel muy relevante porque, además, los naturales de estas tierras fueron adiestrados a elaborar las figuras y motivos.
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Cuántos lustros han transcurrido desde aquella enseñanza, y cuántas familias han vivido de esta tradición. Si nos remitimos al presente, descubrimos que en algunas poblaciones del país aún se conserva la costumbre de manufacturar dichas artesanías. Por ejemplo tenemos los angelitos de Tzintzuntzan, Mich.; las figuras de barro de Metepec, Edomex. o de Ameyaltepec y Tolimán, en Guerrero; o los nacimientos miniatura y policromados de Tlaquepaque, Jal.
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El nacimiento moderno (la palabra «belén» ha caído en desuso, al menos en nuestro país) combina una serie de elementos bastante discordantes, los cuales no tienen nada que ver con el especulado origen del niño Jesús. Si tomamos en cuenta que éste nació en un lugar de Medio Oriente, sería poco factible pensar que haya sido en un sitio frondoso y verde. Lo mismo ocurre con los pinos que ahora se colocan junto al nacimiento, puesto que esa especie no existe en aquellas áridas tierras del actual Israel. El pino es una tradición que nos llegó de la Europa nórdica a través de los Estados Unidos. Del mismo modo hallamos nopales, magueyes, palmas cocoteras, oyameles, pirules; o animales de diversa índole, primordialmente domesticados y bestias de carga; también podemos encontrar otro tipo de elementos como lanchas de remo, molinos de viento (papalotes) o castillos medievales, por mencionar sólo algunos de los muchos que aparecen en estas decoraciones navideñas, sin olvidar al diablo y sus tentaciones. La figura del demonio puede variar en color y hasta en forma, pero la más convencional es roja con alas negras.
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Muchos nacimientos mexicanos incluyen motivos y estereotipos muy propios de nuestra cultura, lo cual los hace ser bastante pintorescos. Así podemos ver representaciones del cartero, el globero, el aguador, la taquera, el panadero, el organillero, etc., etc. No existen límites ni limitantes para la imaginación. Ah, y otra cosa que sobrepasa lo pintoresco para entrar en el reino de lo absurdo, es el tamaño de algunas de las figuras. No es nada raro encontrar que el Niño Dios sea casi del mismo tamaño que José y María, o mayor que los borregos. O, por el contrario, unos Reyes Magos gigantes y un niño naciente miniatura. Eso no es imaginación; es la falta de ella.
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Por otro lado debemos hacer referencia a las luces que decoran los nacimientos. Hoy en día es cada vez más común contar con las guías intermitentes de colores, entre las cuales sobresalen aquéllas con música, cuya tonada absurda, repetitiva y tediosa malhumora a cualquiera. En hogares más tradicionales aún se utilizan las velas de cera o parafina a fin de iluminar los nacimientos o, incluso, los pinos; no obstante, y por razones obvias, aquí se debe tener sumo cuidado para evitar incendios.
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Este efímero arte decembrino puede realizarse con cualquier elemento y material disponible, siendo los más comunes el paixtle, el musgo, la paja y el cartón, aunque también se pueden utilizar rocas, mangueras, láminas o cuanta cosa el creador y su fantasía tengan a la mano. En realidad no hay impedimentos, y lo que en verdad importa es realzar ese espíritu navideño que, desafortunadamente, año tras año se va perdiendo en parte por la ignorancia, en parte por el desinterés y en parte por la falta de tiempo, pues poner un pino es más rápido y no cuesta mucho, ya que los adornos en sí son reciclables, los mismos de años anteriores, posiblemente comprados en oferta fuera de temporada.
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En fin, no todo está perdido, y en años recientes han aparecido diversos concursos nacionales, estatales o municipales de nacimientos, con los cuales se pretende reavivar una tradición que engalana la temporada navideña.
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Nota: un artículo mío que salió publicado originalmente en el número 262 de la revista México desconocido, en diciembre de 1998, con el título: "Los nacimientos - Una tradición centenaria".
En la página de internet de la misma revista se puede acceder al texto original, bajo el título "Los nacimientos, una tradición milenaria".
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Si quieres leer la leyenda de San Francisco de Asís en texto independiente, te invito a que sigas este enlace para visitar otro blog: Una leyenda de los nacimientos.
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