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miércoles, 23 de diciembre de 2015

El primer árbol de Navidad en México



¿Cuándo empezó la tradición de los pinos de Navidad en México?

¿Sabías que el árbol de Navidad, también conocido como “pino navideño”, no es una tradición de origen mexicano, como tampoco lo es el Nacimiento? ¿Cómo llegó a México? ¿Desde cuándo se arraigó en nuestra cultura? Por extraño que parezca –porque hay mucha gente que incluso en la actualidad prefiere olvidar un pasaje de nuestra historia–, el árbol de Navidad llegó a tierras mexicanas gracias a un austriaco, a un Habsburgo, el archiduque que fue Emperador de México durante el Segundo Imperio.

Orígenes del Nacimiento y del árbol navideño

El origen de los Nacimientos se puede rastrear fácilmente con Giovanni Bernardone (1182-1226), mejor conocido como San Francisco de Asís (puedes leer al respecto en este enlace: Los Nacimientos en México). Mientras que el origen de la tradición relacionada con el árbol de Navidad es más difícil de precisar, pero es también europeo, germánico. Se dice que los antiguos germanos –tal vez visigodos u ostrogodos–, durante el solsticio de invierno (21 de diciembre) hacían rituales relacionados con la renovación de la vida con el propósito de pedir a las deidades el retoño de las plantas y la victoria de la luz sobre las tinieblas, para ello adornaban árboles de pino o abeto con objetos brillantes y velas encendidas, y danzaban alrededor de tales árboles. Otra interpretación afirma que los antiguos germanos solían colocar velas y pan en los árboles durante las noches de invierno para que los viajeros o peregrinos pudieran seguir su camino y alimentarse.

Aún más, una leyenda alemana cuenta que San Bonifacio (obispo y mártir inglés 680–754) llegó como misionero evangelizador a territorios que hoy pertenecen a Alemania. Para demostrar la superioridad de su fe, en el pueblo de Geismar cortó de raíz un encino que era sagrado para los lugareños, pues a sus pies los habitantes solían depositar ofrendas y hacer sacrificios paganos cada año. Los nativos, indignados por tal atrevimiento, quisieron linchar al misionero, pero San Bonifacio no sólo logró calmarlos con su elocuencia, sino que los convenció de la llegada del hijo de Dios para salvar a los fieles y de que cuán necesario era desterrar a otras deidades no cristianas. La horda de paganos, creyendo un poco en sus palabras, lo ayudó a plantar un pino en el mismo lugar donde había estado el encino sagrado. San Bonifacio quedó muy complacido con la afabilidad de los lugareños, y jamás se dio cuenta de que, muy en el fondo, esa gente dedicó el pino recién plantado al divino Yggdrasi, el gran árbol que era en sí una de sus principales deidades paganas. (Texto en un blog de Homero Adame.)

Tradición navideña

El árbol de Navidad como parte de las tradiciones navideñas se arraigó en Alemania y en otros países aledaños, como Austria y la parte alemana de Suiza. En el siglo XVIII llegó a los Estados Unidos, años antes de que en otros países europeos, como Francia, Dinamarca o Suecia. En Inglaterra se colocó el primer pino navideño en 1840, en el castillo de Windsor, gracias al príncipe Alberto, consorte de la reina Victoria. El príncipe Alberto era originario de Alemania. El ejemplo fue adoptado rápidamente por la aristocracia británica y luego por el pueblo, y en pocos años se extendió a todas las colonias del Reino Unido. (Artículo reescrito por Homero Adame.)

Primer árbol de Navidad en México

Para las fiestas navideñas de 1864, el Palacio Imperial de Chapultepec, remodelado al gusto de Maximiliano I de México y su esposa Carlota, presentó algo extraordinario, algo que los mexicanos no habían visto jamás: un gran pino colocado al centro de uno de los salones del palacio, y el pino decorado con listones, velas, frutas y regalos a sus pies.
   Los aristócratas mexicanos que tuvieron oportunidad de ver ese árbol navideño de inmediato adoptaron la idea y colocaron en sus casas y mansiones uno similar. Así empezó esta costumbre europea, desconocida en el país, traída a México por Maximiliano de Habsburgo y Carlota de Bélgica.
   Bien sabemos que el Segundo Imperio Mexicano fue corto. Cuando Maximiliano I fue fusilado en Querétaro, en 1867, de inmediato el gobierno de México trató de erradicar algunas costumbres europeas traídas por el Emperador y su corte, y es así como el uso del árbol de Navidad empezó a caer en desuso y se recuperó la tradición del nacimiento, más arraigada desde la época virreinal.
   Sin embargo, en 1878 reapareció públicamente un árbol de Navidad ornamentado para las fiestas. Éste fue obra de Miguel Negrete –contrincante político de Porfirio Díaz–, quien lo adornó de manera tan espectacular que fue mencionado en varios periódicos y visitado por muchísima gente.
   Así, más de 150 años después de que el Castillo de Chapultepec se viera engalanado con el primer árbol de Navidad, hoy en día los hogares mexicanos se decoran con pinos o con nacimientos, según la preferencia familiar, aunque también es común que en muchas casas o comercios coloquen pinos y nacimientos para celebrar el natalicio de Jesús.

Nota: algunas imágenes fueron tomadas de diversos sitios de Internet. Que el enlace sirva de crédito y agradecimiento a cada una de ellos.
Foto de Maximiliano I de México: El Financiero.
Foto de Nacimiento: Blog de Homero Adame.
Foto de pino navideño en mesa: "The Minnigerode" and the Christmas Tree.
Foto de familia alrededor de un pino de Navidad: The History of Christmas Trees.
Foto de los Emperadores de México, Maximiliano I y Carlota: Rouillac.

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Mitos y leyendas del norte de México



 

lunes, 19 de diciembre de 2011

Leyenda navideña de los nacimientos

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EL ORIGEN DE LOS NACIMIENTOS
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Leyenda cristiana
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¿Sabes que la tradición navideña de los nacimientos se originó en Italia y se le atribuye a San Francisco de Asís?
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En el convento de San Francisco, de Sombrerete, Zacatecas, existe un cuadro, junto a un nacimiento permanente, en el cual se explica someramente el origen de la tradición.


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Puedes leer la leyenda más completa de cómo se originó la tradición de los nacimientos en este enlace:
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jueves, 15 de diciembre de 2011

Leyendas mexicanas de Navidad: Las pastorelas

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LAS PASTORELAS
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Leyenda escuchada en La Petaca, municipio de Linares, N.L.
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Mire, tan bonitas que son las pastorelas. Antes aquí había muchos grupos que alegraban las fiestas navideñas, pero ya se han ido acabando. Ya ve, estos que andan aquí ahora vinieron de [Ciudad] Victoria. Parece que al rato van a llegar unos de la hacienda [de Guadalupe]. Ojalá. Pero las pastorelas no se hacen sólo para la Navidad, sino que nosotros, por ejemplo, las hacemos para la fiesta de nuestra Virgen [de la Asunción], cada noche de hoy (8 de diciembre). Como es nuestra patrona y su fiesta es casi con las posadas, entonces llegan los grupos de pastorelas –explica don Vicente Aldape, quien se dedica a la agricultura.
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Le voy a decir: mi abuelo formaba parte de una pastorela de aquí de La Petaca. Yo no me acuerdo de eso, pero mi mamá contaba que en las posadas hasta se agarraban a competencia con otros grupos. Así era antes la cosa. Ya se va acabando...
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Bueno, mi abuelo la hacía de ermitaño y él tenía todos los cantos anotados en un libro –es que en las pastorelas son muchas las gentes que participan–; él era el ermitaño, y luego anda por ahí el Bartolo, que nada más se la pasa de holgazán durante toda la presentación. Y hay un diablo moleste y moleste a la gente, y tentando al Niño Dios y estirándole la cola a las cabras. Y también hay una chamaquita que le mentan “la Jila”; ella es como un ángel y se viste de blanco con alas y debe proteger al niño Jesús –mi mamá salió mucho de Jila cuando era niña–; y luego están los pastores, que pueden ser tantos como quieran.
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Antes las pastorelas duraban toda la noche; ahora ya no porque el grupo se cansa. Pero imagínese cómo no habrá sido antes cuando había tres o cuatro grupos. Entonces sí duraban duro y dale con la fiesta hasta el amanecer.
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Lástima que ya no haigan [sic] tantas pastorelas, ni que la iglesia las invite a participar en las posadas. Si todavía existiera el libro de mi abuelo, de seguro yo organizaba gente para ensayar y formar un grupo. Al fin y al cabo a todos nos encanta el guato, ¿no?
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Comentario de Homero Adame sobre este relato:
No se sabe con precisión cuándo iniciaron las pastorelas, aunque es probable que hayan surgido a la par con los primeros nacimientos vivientes realizados e ideados por Giovanni Bernardone (1182-1226), mejor conocido como “San Francisco de Asís”, allá por el año de 1223. Con la conquista, las pastorelas llegaron a tierras mexicanas y fueron tomando características muy locales y particulares, pero siempre con las mismas bases: una suerte de égloga o composición poética breve relacionada con la Navidad.
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Con la modernidad, los grupos de pastorelas han ido quedando en el olvido en casi todo el país y podrían desaparecer por completo si no es por diversos apoyos estatales y federales para revivir las tradiciones regionales. Sin embargo, en algunas comunidades y círculos sociales allegados a la iglesia aún pervive dicha tradición.
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Libro de Homero AdameNota: esta leyenda apareció en el libro Leyendas, relatos, costumbres y tradiciones de Nuevo León, publicado por la Editorial Font de Monterrey, en 2005.
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Para leer más sobre las celebraciones mexicanas de Navidad, sigue este enlace:




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martes, 21 de diciembre de 2010

Los nacimientos en México

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LA TRADICIÓN DE LOS NACIMIENTOS EN MÉXICO
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Al llegar la temporada navideña, algo que resalta de inmediato son las decoraciones que observamos por doquier. Aunque variados en gusto, tamaño, color y forma, los motivos son muy similares entre sí, pero la intención es levantar siempre el espíritu de la Navidad.

Existen varias formas de mostrar ese espíritu, y podríamos diferenciar cuatro, entre muchas otras:
1. La decoración comercial: la cual se distingue por todos los objetos navideños que se colocan en los aparadores de las tiendas, con el afán de atraer clientela. Este tipo de ornamentación tiene un amplio contenido de motivos, aunque los nacimientos cada vez van siendo menos, ya que cuestan tiempo y trabajo. Por lo tanto, al adoptar ideas extranjeras, los comercios utilizan pinos y nieve artificiales, Santa Clauses y muchos otros objetos burdos de plástico, sin que la clientela o el paseante común y corriente objete en lo más mínimo.
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2. La decoración pública: ésta, que se exhibe en plazas y edificios de gobierno, manifiesta un sincretismo de motivos: pinos naturales o artificiales, nacimientos y cajas vacías envueltas en papel de temporada. Por lo general este tipo de ornamentación es grande y bien puesta, con figuras de tamaño natural (o incluso mayores) y muy atractiva para todo tipo de transeúnte.
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3. La decoración familiar: este grupo en sí ofrece tres tendencias fundamentales:
a) aquellos que han sido absorbidos por lo extranjerizante, con pinos naturales o artificiales, esferas y adornos fantásticos, incluyendo los Santa Clauses de plástico;
b) los que sincretizan los elementos, como en el mencionado sector público y
c) quienes siguen la tradición del nacimiento, aunque de una manera un tanto mestiza. Aquí podemos mencionar que existen dos tipos de familias: 1. las que ponen un nacimiento pequeño, acorde al espacio de la casa o al presupuesto familiar, y 2. aquéllas que, sin escatimar tiempo, dinero y esfuerzo, aún expresan su espíritu navideño con nacimientos monumentales, en ocasiones destinando toda una habitación de la casa para tal efecto.
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4. Y la decoración religiosa: Por último tenemos los nacimientos religiosos; los que se encuentran en las iglesias. Estos, en muchos casos, son obras extraordinarias por su tamaño, forma y representaciones iconográficas, en las cuales se denota el apego al costumbrismo, el buen gusto y el interés de los clérigos por dignificar un momento tan solemne dentro de la idiosincrasia y el calendario ritual cristiano. Salvo algunas familias que se apegan a la tradición, en los templos es donde se conserva la costumbre de "acostar" al ni o hasta el día de su "nacimiento". Jamás lo hacen antes, como ya se ha hecho rutina en la mayoría de los casos.
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De acuerdo con la leyenda, el origen del nacimiento se remonta a la época de Giovanni Bernardone (1182-1226), mejor conocido como San Francisco de Asís, quien fue el primero en montar un nacimiento viviente para ejemplificar el natalicio de Jesús. La fecha exacta es desconocida, pero pudo haber sido en el año de 1223. Ya habiendo fundado la orden franciscana, él recorría las poblaciones de su natal Italia con el objetivo de predicar la palabra de Dios. En ese invierno de 1223, mientras andaba cerca de Rieti, lo sorprendió la Navidad en la ermita de Greccio; siendo ahí donde se inspiró y reprodujo el nacimiento del niño Jesús. Ayudado por otros clérigos, construyó una casita de paja, un portal y un pesebre, e invitó a todos los lugareños a reproducir la escena viviente, con José y María, el niño naciente, los pastores y hasta un buey y un burro para complementar la escena.
Cuando por fin se arraigó esta tradición en Europa, por mucho tiempo se hizo con nacimientos –o belenes– vivientes, principalmente en los recintos religiosos, hasta que poco a poco se fueron elaborando figuras e iconos y se expandió a los hogares de los fervientes cristianos. Se cree que el primer nacimiento hecho con figuras de barro se construyó en Nápoles, también en Italia, a fines del siglo XV. A partir de esa fecha, el Rey Carlos III ordenó que la costumbre se extendiera por todo su reino.
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Es obvio que con la conquista española, los frailes utilizaron las costumbres navideñas para evangelizar a los nativos de nuevo mundo. Y los belenes jugaron un papel muy relevante porque, además, los naturales de estas tierras fueron adiestrados a elaborar las figuras y motivos.
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Cuántos lustros han transcurrido desde aquella enseñanza, y cuántas familias han vivido de esta tradición. Si nos remitimos al presente, descubrimos que en algunas poblaciones del país aún se conserva la costumbre de manufacturar dichas artesanías. Por ejemplo tenemos los angelitos de Tzintzuntzan, Mich.; las figuras de barro de Metepec, Edomex. o de Ameyaltepec y Tolimán, en Guerrero; o los nacimientos miniatura y policromados de Tlaquepaque, Jal.
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El nacimiento moderno (la palabra «belén» ha caído en desuso, al menos en nuestro país) combina una serie de elementos bastante discordantes, los cuales no tienen nada que ver con el especulado origen del niño Jesús. Si tomamos en cuenta que éste nació en un lugar de Medio Oriente, sería poco factible pensar que haya sido en un sitio frondoso y verde. Lo mismo ocurre con los pinos que ahora se colocan junto al nacimiento, puesto que esa especie no existe en aquellas áridas tierras del actual Israel. El pino es una tradición que nos llegó de la Europa nórdica a través de los Estados Unidos. Del mismo modo hallamos nopales, magueyes, palmas cocoteras, oyameles, pirules; o animales de diversa índole, primordialmente domesticados y bestias de carga; también podemos encontrar otro tipo de elementos como lanchas de remo, molinos de viento (papalotes) o castillos medievales, por mencionar sólo algunos de los muchos que aparecen en estas decoraciones navideñas, sin olvidar al diablo y sus tentaciones. La figura del demonio puede variar en color y hasta en forma, pero la más convencional es roja con alas negras.
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Muchos nacimientos mexicanos incluyen motivos y estereotipos muy propios de nuestra cultura, lo cual los hace ser bastante pintorescos. Así podemos ver representaciones del cartero, el globero, el aguador, la taquera, el panadero, el organillero, etc., etc. No existen límites ni limitantes para la imaginación. Ah, y otra cosa que sobrepasa lo pintoresco para entrar en el reino de lo absurdo, es el tamaño de algunas de las figuras. No es nada raro encontrar que el Niño Dios sea casi del mismo tamaño que José y María, o mayor que los borregos. O, por el contrario, unos Reyes Magos gigantes y un niño naciente miniatura. Eso no es imaginación; es la falta de ella.
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Por otro lado debemos hacer referencia a las luces que decoran los nacimientos. Hoy en día es cada vez más común contar con las guías intermitentes de colores, entre las cuales sobresalen aquéllas con música, cuya tonada absurda, repetitiva y tediosa malhumora a cualquiera. En hogares más tradicionales aún se utilizan las velas de cera o parafina a fin de iluminar los nacimientos o, incluso, los pinos; no obstante, y por razones obvias, aquí se debe tener sumo cuidado para evitar incendios.
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Este efímero arte decembrino puede realizarse con cualquier elemento y material disponible, siendo los más comunes el paixtle, el musgo, la paja y el cartón, aunque también se pueden utilizar rocas, mangueras, láminas o cuanta cosa el creador y su fantasía tengan a la mano. En realidad no hay impedimentos, y lo que en verdad importa es realzar ese espíritu navideño que, desafortunadamente, año tras año se va perdiendo en parte por la ignorancia, en parte por el desinterés y en parte por la falta de tiempo, pues poner un pino es más rápido y no cuesta mucho, ya que los adornos en sí son reciclables, los mismos de años anteriores, posiblemente comprados en oferta fuera de temporada.
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En fin, no todo está perdido, y en años recientes han aparecido diversos concursos nacionales, estatales o municipales de nacimientos, con los cuales se pretende reavivar una tradición que engalana la temporada navideña.
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Nota: un artículo mío que salió publicado originalmente en el número 262 de la revista México desconocido, en diciembre de 1998, con el título: "Los nacimientos - Una tradición centenaria".
En la página de internet de la misma revista se puede acceder al texto original, bajo el título "Los nacimientos, una tradición milenaria".
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Si quieres leer la leyenda de San Francisco de Asís en texto independiente, te invito a que sigas este enlace para visitar otro blog: Una leyenda de los nacimientos.
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viernes, 17 de diciembre de 2010

Algunas costumbres y tradiciones navideñas en México

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ALGUNAS COSTUMBRES Y TRADICIONES NAVIDEÑAS EN MÉXICO
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Desfiles con carros alegóricos
En Monterrey, N.L. tenían la costumbre de organizar un desfile con carros alegóricos que pasaba por ciertas calles del centro el 24 de diciembre. Había un grupo organizador que buscaba patrocinios de empresas para decorar los carros con motivos navideños. Éstos llevaban una especie de nacimiento viviente, con personas que hacían las veces de José, María, los Reyes Magos y los pastores. El Niño Dios era una imagen tamaño natural.
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Las pastorelas
Hasta hace algunos años en muchos pueblos se tenía la costumbre de festejar el nacimiento del niño Jesús con estas danzas organizadas por grupos de entusiastas. Era habitual que las pastorelas se hicieran durante los días de adviento, sin embargo, en lugares como Sabinas, N.L. las danzas se realizaban exclusivamente los días 24 y 25 de diciembre.
En ocasiones fuera de la temporada navideña, y dentro del marco de ciertas fiestas patronales, se organizan pastorelas para amenizar la celebración, como es el caso de San Isidro de Fernández (municipio de Doctor Arroyo, N.L.) donde, por cierto, les llaman “pastores”.
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Los nacimientos
En nuestro país siempre fue usual hacer vistosos nacimientos de corte artesanal, como corolario a las fiestas navideñas. Pero la invasión cultural e idiosincrásica de que “lo americano es mejor” ha ocasionado, también, que hoy en día sea más popular y “de mejor gusto” colocar pinos en lugar de los tradicionales nacimientos. El pino, como motivo ornamental navideño, es una costumbre nórdica, llegada a los Estados Unidos con las migraciones.
Para fortuna, y como una manera de revivir las tradiciones, en la actualidad existen instituciones que promueven los nacimientos con interesantes concursos.
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Nacimientos vivientes
Como parte de las posadas, en varios pueblos de Nuevo León tenían la costumbre de organizar nacimientos vivientes con niños y/o jóvenes representando a los personajes principales. El nacimiento partía del atrio de la iglesia y en procesión visitaba una o dos casas por noche, hasta contar un total de nueve casas visitadas en la temporada. En cada hogar se cantaban villancicos y se rezaban rosarios. A todos los participantes de la procesión les daban ponche y tamales; además se quebraba una piñata.
Por otra parte, antes se acostumbraba colocar nacimientos vivientes en los aparadores de las tiendas y, para la ocasión, contrataban a varios niños para representar a José, a la Virgen María, a los tres Reyes Magos y a uno que otro pastorcillo.
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Navidad vs. Día de Reyes
México está compuesto de diversas y muy variadas regiones culturales. En el Norte se acostumbra dar los regalos de “Santo Clós” o del Niño Dios en la víspera del 25 de diciembre, mientras que en el Centro y en el Sur todavía sigue siendo más fuerte la tradición de Día de Reyes.
Por su parte, y más en lo particular, cada familia celebra la “Nochebuena” ya sea la noche del 24 de diciembre, con una suntuosa cena, o el día 25 con una opípara comida.
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Posadas de la iglesia
Antiguamente, las iglesias de los pueblos organizaban sus propias posadas e invitaban a todos los feligreses que quisieran participar. Eran del 16 al 24 de diciembre y cada noche salían los grupos a la calle a cantar villancicos, tocaban las puertas de las casas donde se les recibía; conjuntamente, rezaban un misterio y comían tamales acompañados de ponche o champurrado. En ocasiones había piñatas en las casas o en el atrio de la iglesia.
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Tarjetas navideñas
La costumbre de enviar tarjetas para desearles una “Feliz Navidad y un próspero Año Nuevo” a los amigos y familiares se ha ido perdiendo paulatinamente, y más ahora con el uso del Internet y correo electrónico, pues es más rápido y económico mandar un mensaje por este medio que adquirir la tarjeta, ir a la oficina de correos, comprar la estampilla, depositarla y luego cruzar los dedos para que la susodicha no se pierda por ahí.

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Nota: estos fragmentos fueron publicados en el libro Leyendas, relatos, costumbres y tradiciones de Nuevo León, publicado por la Editorial Font de Monterrey en 2005.
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