SEMANA SANTA EN EL ESTADO DE SAN LUIS POTOSÍ
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Hablar de Semana Santa es pensar en vacaciones, paseos y viajes lejos de nuestro entorno. Bien sabemos que las opciones para esas fechas son muy variadas, desde una playa de lujo, hasta un camping en cualquier sierra, río o lago. Ahora bien, si pensamos en folclor lo primero que evocamos son las festividades y sus consabidas crucifixiones en Iztapalapa o, mejor aun, los eventos que se realizan en nuestra localidad. Para viajar en esta semana lo único que se necesita son ganas (y algo de dinero, también).
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Podemos iniciar el viaje el día que podamos o deseemos, pero es recomendable estar en tierras potosinas para el Jueves Santo. Vale decir que en la ciudad de San Luis se organizan un buen número de eventos culturales para la semana entera, sin embargo el plato fuerte es, sin duda alguna, la noche del viernes, con su Procesión del Silencio. Momento: no nos apresuremos. Conozcamos primero otra alternativa.
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Real de Catorce
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Real de Catorce
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Mucho se ha hablado y escrito sobre este mítico pueblo. Que si es fantasma, que es paraíso de neo-hippies y bohemios, que sus peregrinaciones, que el ecoturismo, etcétera. No hay fecha mala para ir a visitarlo (casi nunca llueve), pero la Semana Santa promete buenas opciones. Veamos: El camino empedrado llama mucho la atención. Subir esa sierrita ofrece vistas maravillosas; las horas para tomar mejores fotografías son en la tarde, excelente momento para regresar. Luego, el túnel Ogarrio con su capilla interior de frontón neoclásico. Data de 1901 y no es fotogénica por siempre hallarse cerrada y el reflejo del vidrio impide buena nitidez y no permite el uso de flash. La luz ahí es paupérrima.
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El pueblo brinda un par de alternativas de hospedaje. No son la gran maravilla, aunque sí bastante limpias. La comida tampoco es muy variada, sin embargo, de cualquier forma el turista encontrará dónde saciar su apetito (incluyendo vegetarianos). Se recomiendan las deliciosas quesadillas de flor de palma o las de cabuche en alguno de los puestos en la calle principal -Lanzagorta-, a un costado de la iglesia.
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El pueblo brinda un par de alternativas de hospedaje. No son la gran maravilla, aunque sí bastante limpias. La comida tampoco es muy variada, sin embargo, de cualquier forma el turista encontrará dónde saciar su apetito (incluyendo vegetarianos). Se recomiendan las deliciosas quesadillas de flor de palma o las de cabuche en alguno de los puestos en la calle principal -Lanzagorta-, a un costado de la iglesia.
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El colorido de los atuendos es relevante: Herodes, Barrabás y Caifás portan túnicas muy vistosas de terciopelo rojo, azul y verde. El Cristo se muda de ropa en dos ocasiones, una para el Proceso y la otra para la Pasión y su Crucifixión. Dimas y Gestas siempre andan de blanco y andrajosos.
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Rumbo al calvario se atraviesa por las callejones empedrados del poblado. La procesión camina lentamente, al paso del Cristo con su pesada cruz a cuestas. Los romanos, y Magdalena y el resto de las mujeres completan el cuadro.
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Es digno de acentuar que el entorno de Real de Catorce resulta perfecto para este tipo de celebración. Los alrededores desérticos, las casas de cantera derruidas y sin color más que sepias, algunas de las fachadas de estilo neoclásico, las callejuelas empedradas e inclinadas, todo; todo transporta al visitante a dos mil años atrás, a las tierras de Medio Oriente. Es como si tiempo y espacio fuesen estáticos. La piedrita en los frijoles pueden ser los cables de luz y la muchísima gente con ropas modernas, pero recordemos que al final de cuentas estamos en el umbral del siglo XXI.
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La Crucifixión es muy impresionante. Para cuando el séquito llega, la mayoría de gentío ya está congregada en lo alto del cerro, donde el viento fluye, sin tornarse incómodo. A continuación se alzan las tres cruces, bajo un hermoso cielo azul, limpio y brillante, que a la postre resulta un eximio contraste con los tres cuerpos crucificados y sus taparrabos blancos.

Al terminar la Crucifixión sigue la Sepultura en el Palenque. Minutos antes Judas se cuelga de un pino en la plaza. Es difícil atender ambos acontecimientos, aunque apurándonos podemos lograrlo. Es imperante estar para la Sepultura. La ambientación natural en el Palenque es perfecta, algo parecido al Circo Romano (o los clásicos teatros griegos) con asientos labrados en piedra. Muy pintoresco.
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En ese instante casi culminan las actividades en Catorce pues el posterior evento es hasta el domingo, con la Resurrección, para la cual ya casi no hay nadie. Se antoja extraño que no se realice una Procesión del Silencio, por lo tanto es conveniente trasladarse a la capital potosina para ello. Sin embargo, no nos adelantemos todavía. Veamos la otra opción para el viernes. Esto para quienes ya conocen el "pueblo fantasma" y prefieren visitar otros rumbos.
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San Luis Potosí
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Aparte de las actividades locales y los nuevos recorridos por la ciudad en "tranvía", las mismas oficinas de turismo organizan paseos y excursiones de uno, dos o más días a otras regiones de la entidad, como las cascadas de Tamasopo en la Huasteca, o el mítico Real de Catorce. Sin embargo, para aquellos que no tienen planeado desplazarse a otros rumbos, y prefieren disfrutar de las bellezas de la ciudad, los museos, las iglesias, los parques, las ex-haciendas y balnearios (a varios kilómetros de la capital) y las presas son algunas alternativas; así como la Sierra de Álvarez, hermoso paraje alpino y frontera ecológica que divide al árido Altiplano de la agrícola Zona Media. Al lado oriente de dicha sierra (rumbo a Rioverde) se localiza el “Valle de los fantasmas”, con sus singulares formaciones rocosas.
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Por citar algunos ejemplos de las bellezas que San Luis ofrece, podemos sugerir los museos Regional del INAH, el Centro de las Artes, el Laberinto de las Ciencias, el Federico Silva o la Casa de la Cultura, todos ellos de interés regional y estatal, aparte de otros museos igual de relevantes. Entre los templos y plazas destacan la Catedral; la iglesia del Carmen, de estilo churrigueresco y un camerín bañado en oro de hoja; junto a ella se ubica el Teatro de la Paz; San Francisco y su hermosa plaza; San Miguelito, el barrio más tradicional; Aranzazu, junto a la entrada al Museo Regional del INAH y el Santuario de Guadalupe, al cual se llega por una avenida peatonal con bastantes atractivos (incluyendo el Centro de las Artes), entre de los cuales sobresale la antigua y bella Caja de Agua; representativo monumento de esta ciudad. Entre los parques es recomendable visitar el Tangamanga I, cuyas instalaciones ofrecen deporte, descanso y cultura. En cuanto a las haciendas cercanas que se pueden visitar podemos citar la de Gogorrón y la de Peotillos.
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El sábado prosiguen las actividades, entre las cuales destaca, por la mañana, la visita a los siete altares, que en sí es una tradición muy local. La gente acude a siete diferentes iglesias para orar y depositar una ofrenda o limosna. En la tarde, a eso de las 6:00, principia el Concurso Regional de elaboración y quema de Judas, en la plaza Fundadores. Para el resto del día, y en la noche, hay otros eventos culturales; para enterarse se sugiere consultar el programa que se da gratuitamente en la oficina de turismo o en los puestos instalados ex-profeso por la misma. Sin embargo, entre el sinfín de los eventos el más importante es el del Desfile de Trajes Regionales con la participación de los muchos grupos de danza folclórica que han estado presentándose toda la semana, y a las 6:00 de la tarde recorren las calles del centro histórico para llegar hasta la explanada del teatro de La Paz e iniciar una verbena muy "folclórica". Poco rato después se realiza, ya de noche, otra callejoneada, aparte de que hay muchas cosas más qué hacer.
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