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UN TESORO EN «LAS MARGARITAS»
LEYENDA DE SAN BARTOLOMÉ, GUANAJUATO
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Ahí en «Las Margaritas» hay un tesoro que dejaron los gachupines. Dicen que son unas ánimas las que dan razón de dónde está el dinero enterrado –es harto dinero–. Dicen que se quejan las ánimas y que se ven las sombras que pasan porque hay gente que las han visto y que esas sombras señalan en dónde está enterrado ese tesoro; un tesoro muy grande. Yo entiendo que en la mera puerta de la iglesia está enterrado un cajón que mide metro y medio de largo por 80 cm. de alto y está lleno de puros centenarios que están acomodados muy bonito. Hay gente que le ha hecho la lucha pero luego les da miedo porque las ánimas los asustan. Eso me han platicado los que han ido allá a buscarlo. Leyenda recopilada por Homero Adame.
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Una vez unos muchachos que vieron las sombras de las ánimas se decidieron a escarbar y escarbar bien profundo y luego dijeron que sí abrieron el cajón; por eso sabemos de qué tamaño es y cómo están acomodados los centenarios. Entonces fue cuando ellos escucharon que las ánimas estaban alegue y alegue y que se les vino una tropelada de caballos, y entonces los pobres muchachos con el puro susto nomás corrieron y hasta dejaron los picos y las palas ahí tiradas. Leyenda en un blog de Homero Adame.
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Pero mire cómo son las cosas, porque a la mañana siguiente agarraron valor y fueron a buscar el tesoro, pues al fin y al cabo el pozo ya estaba abierto, y no se imagina cuánto se sorprendieron al darse cuenta que ya estaba tapado y que ni siquiera se miraban las señales del escarbadero que hicieron la noche anterior. Yo les dije luego que lo que les falló fue que uno de ellos debería haber estado rezando y echando inciensos mientras que otro debería haber tenido un Cristo y agua bendita, mientras que los demás escarbaban. Pero lo curioso fue que encontraron otra vez tapado el pozo y ya mejor decidieron no volver a escarbar nunca. Leyenda subida por Homero Adame.
Esas ánimas ofrecen el tesoro porque ellas andan buscando descanso. Entonces digo yo que el que anda buscando tesoros también tiene que prometerles algo, como por ejemplo dar un socorro a la iglesia o a los prójimos pobres; una donación con parte del dinero que saque. Y además debe hacer un funeral en el panteón, aunque sea con una caja vacía.
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Esta leyenda me la contó don Cirilo Hernández (1907-2004) una mañana que estaba barriendo el atrio de la iglesia.
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