LA CALLE DE LAS ÁNIMAS
.
Leyenda de México, D.F.
.
Las calles de esta zona de
Tacubaya tienen nombres de mártires de 1810, Mártires de Tacubaya, Mártires de
la Conquista. Esta última ostentaba anteriormente el nombre de Calle de las
Ánimas y unía al Molino de Valdez con la parroquia de La Candelaria. En las
tardes de mucho viento, los vecinos aseguraban ver el paso de las almas de los judíos
que murieron sin bautismo y vivieron en el molino antes mencionado, sin
lamentar su suerte. Leyenda encontrada en un blog de Homero Adame.
.
En las tarde, cuando las penumbras se asomaban, la calle se llenaba de nubes que crecían y se achicaban; unas seguían a la parroquia y otras hacia el Molino de Valdez, pasando por la casa del obispo Palafox (hoy Colegio Saviñón). Llegando a la parroquia, entraban al baptisterio y retrocedían para comenzar de nuevo la travesía.
En las tarde, cuando las penumbras se asomaban, la calle se llenaba de nubes que crecían y se achicaban; unas seguían a la parroquia y otras hacia el Molino de Valdez, pasando por la casa del obispo Palafox (hoy Colegio Saviñón). Llegando a la parroquia, entraban al baptisterio y retrocedían para comenzar de nuevo la travesía.
.
Nadie se atrevía a dar opinión
sobre el asunto, pues podría exponerse ante el Santo Oficio, pero algún bachiller
instruido sugirió el uso de agua bendita, rosarios y cosas parecidas. Leyenda compartida por Magali López.
.
Averiguaron que esas nubes eran
las almas de Sebastián Cardoso, a quien se le sorprendió que escupía el suelo a
la hora de la elevación del cáliz y la hostia; de Blanca Rodríguez, Blanca
Enríquez, Violante y Beatríz Rodríguez, Esabel y Helena de Silva, Justa Méndez
y otros. Sus alaridos reclamaban: ¡Tú nos quitaste la fe de Cristo! ¡Tú nos
enseñaste la Ley de Moisés! ¡Maldita sea, por ti sufrimos! Volviendo su cara el
cielo imploraban por la absolución de sus pecados y confesaban sus culpas.
Estos gritos duraban hasta que se desvanecía la aurora.
.
Don Francisco Fernández del
Castillo nos relata esta historia y yo la encontré en un viejo libro llamado México en el Tiempo, de Roberto Olavarría
y editado en 1946.
.
Nota: esta leyenda fue enviada
por Magali López.
.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario