SAN JOSÉ, PROTECTOR DE SUS DEVOTOS
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Leyenda
de Villa Hidalgo, SLP
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Entre los relatos que por aquí se escuchan,
existen desde luego también los que refieren hechos milagrosos del santo patrono
del pueblo, el Sr. San José, quien sabido de que muchos seres humanos en
algunos casos pueden recuperar su salud, pero en otras ocasiones son
definitivamente llamados a la presencia de Dios, se esmera en que por lo menos
todo aquel que ha mantenido su fe y su devoción en él, no deje este mundo sin
el auxilio de un sacerdote.
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Corrían así los años cuando Villa Hidalgo era
aún vicaría de la parroquia de Armadillo, que lo siguió siendo hasta 1906. El
señor Carlos Martínez, fiel devoto de San José y compadre del párroco del
Armadillo, se hallaba muy enfermo y ya en agonía; lo único que podía dar el
consuelo a su familia y al enfermo mismo era que por lo menos pudiese recibir
el sacramento de la extremaunción, cosa que parecía imposible, pues las fuerzas
del enfermo comenzaban a flaquear y traer al párroco desde El Armadillo
significaba una jornada a caballo durante la noche y el retorno hasta el día
siguiente, con la posibilidad, además, de que el párroco anduviera cumpliendo
con su ministerio por otro rumbo de su extensa parroquia y no pudiera atender
de inmediato aquel llamado. Simple y sencillamente todo indicaba a que el
enfermo se iba de este mundo sin aquel auxilio tan reconfortante para él como
para los que aquí se quedaban rogando por su alma.
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De pronto se escucharon unos toquidos en la
pequeña ventana de madera de mezquite de la casa del enfermo. Era el sacerdote
que llegaba directo desde El Armadillo, tras haber sido avisado por un humilde
hombre de barba y sombrero, de las condiciones en que se hallaba su compadre.
Los de la casa se preguntaban quién pudo haber sido aquel hombre que avisó al
sacerdote en tan corto tiempo, simplemente a nadie se le había pedido o
encomendado aquello, mucho menos a alguien desconocido, pues el párroco conocía
a todos sus feligreses y aunque el rostro de aquel hombre que desapareció en
cuanto le comunicó la noticia que llevaba, le parecía familiar y le inspiraba
confianza, simple y sencillamente estaba seguro que jamás lo había visto por
estos rumbos. Únicamente recordó su apacible voz y la humilde vestimenta en
inusuales colores amarillo y verde. Fue entonces que vino a su memoria el
rostro de la imagen frente a la cual tantas veces había orado durante sus
visitas a la capilla de San José de Picachos.
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Esta leyenda fue publicada en el libro Picachos, Villa Hidalgo, S.L.P. Monografía y
recuerdos, de José Rafael Barboza Gudiño. Universidad Autónoma de San Luis
Potosí. SLP. 2011.
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Se ha publicado en este blog con autorización
del autor.
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