AURORAS BOREALES EN EL NORTE DE MÉXICO
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Testimonio
escuchado en algún lugar donde colindan los estados de
Coahuila, Nuevo
León, San Luis Potosí y Zacatecas
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—Mire que hay cosas
que uno no se puede explicar porque no sabemos qué son –anticipa don Ramón Maldonado,
un campesino como de 85 años de edad, radicado en el municipio de El Salvador, Zacatecas–.
Se lo cuento porque luego unos dicen que son cosas que de fantasmas, que del
diablo, que de Dios y que hasta de los marcianos –ansinita mero decían antes, que de los marcianos. Esto que le voy a
platicar a mí me tocó verlo cuando estaba chiquitillo y vivíamos allá por los rumbos de San Jorge, y no nomás a mí me tocó verlo sino que
a muncha gente también.
Sí sabe usté de los cometas, ¿vedá? Bueno, eso que veíamos en el cielo no eran cometas, eran luces que se movían de un lado a otro, ansina como borniándose. Haga de cuenta que ya en la noche, de esas noches sin luna, en el cielo, hacia el norte, salían luces de colores que bailaban, sí, haga de cuenta que bailaban. ¿Qué serían? Vaya usté a saber. (Testimonio recopilado por Homero Adame.)
Sí sabe usté de los cometas, ¿vedá? Bueno, eso que veíamos en el cielo no eran cometas, eran luces que se movían de un lado a otro, ansina como borniándose. Haga de cuenta que ya en la noche, de esas noches sin luna, en el cielo, hacia el norte, salían luces de colores que bailaban, sí, haga de cuenta que bailaban. ¿Qué serían? Vaya usté a saber. (Testimonio recopilado por Homero Adame.)
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—Han de haber sido
lo que en ciencia se llaman auroras boreales –le digo a don Ramón–. Se sabe que
muy al norte, cerca del Polo, se dan esos fenómenos de luz, pero es raro, muy
raro, que se vean hasta acá. (Historia recopilada por Homero Adame.)
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—Ah, mire… Entonces
son cosas de la ciencia. Pero de esto que le cuento fue nomás una vez, cuando
yo estaba chiquitillo y pastoreaba cabras.
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—¿Cómo cuántos años
tendría usted entonces?
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—No, ¿pos qué será?, como unos diez.
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—¿Y cuánto tiempo
duró eso que veía?
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—Duraba muncho rato. Yo creo que toda la noche
hasta el amanecer, pero no nos quedábamos mirando eso porque nos recogíamos
temprano; sí, antes la gente se recogía temprano. (Relato recopilado por
Homero Adame.)
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—¿Y fueron varios
días?
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—Sí, yo me recuerdo
que sí. ¿Qué habrán sido? A lo muncho
una semana y luego ya no volvimos a mirar esas luces en el cielo.
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—¿Y de qué color se
veían esas luces?
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—Me acuerdo que
eran varios colores, que rojos, que amarillos, que verdes y todo el cielo hacia
acá el norte se miraba muy bonito.
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—Oiga, ¿y las chivitas
no se ponían más locas?
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—No. Ya ve que
ellas campean de día y en la noche uno las mete a los corrales o se echan a
dormir en el monte. Por eso no podría decirle si con aquellas luces se pusieran
más locas. Los perros sí se daban cuenta y le ladraban a las luces en el cielo;
de eso sí me acuerdo.
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—¿Y por qué cree
usted que la gente pensaba que era cosa de los marcianos?
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—Pos habrá sido por “falta de ignorancia”,
creo yo. Es que ya ve que cuando uno no se puede explicar algo, pos le echa la culpa a los fantasmas o a
las brujas o a lo que sea, y como eso se miraba en el cielo, pues créibanos nosotros que era cosa de los
marcianos; sí, eso decían las gentes mayores.
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—¿Y las gentes
mayores habían visto algo así antes?
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—Me parece que sí,
pero no me acuerdo bien. O sea que decían que era como los cometas que luego
vienen de vez en cuando.
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Nota: las imágenes
de auroras boreales fueron tomadas de dos sitios de Internet, Arteleku
y Euroexpress. Que los enlaces sirvan de crédito
a sus autores.
1 comentario:
Wow, que interesante, yo soy de Zacatecas y uno de los sueños más grandes de mi vida es ver la aurora boreal. Que suerte la de ese señor1 :)
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