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lunes, 15 de agosto de 2011

Mitos y leyendas de Nuevo León: El pueblo festivo

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EL PUEBLO FESTIVO
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Leyenda escuchada en la sierra de Iturbide, Nuevo León
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Esto le ocurrió a un señor que me contó la historia. Me dijo que una tarde él y un compadre iban a caballo por un camino de la sierra cuando escucharon risas y canciones. Los dos se detuvieron para mirar hacia atrás y se dieron cuenta de que los caballos se pusieron muy nerviosos. El señor se acordó entonces de una historia fantástica y se la contó a su compadre, pero éste dijo que eran puras mentiras, pues lo que estaban viendo era tan real como ellos mismos. El primero arguyó que habían pasado miles de veces por ahí y nunca habían visto ese pueblo, por lo tanto lo que estaban viendo ahora era obra del mismísimo Diablo. El compadre no hacía caso; estaba absorto con las imágenes frente a sus ojos.
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De pronto, dos hermosas mujeres se aproximaron y con voz melodiosa los invitaron a unirse a la fiesta. Don Toño, quien me contó la historia, le dijo a su amigo Pedro que se alejaran, que no escucharan a las mujeres. Sin embargo, Pedro se bajó del caballo y caminó hacia ellas sin prestarle atención al consejo de su compadre. Las mujeres le suplicaban a don Toño que las acompañara también. Cerca estuvo de caer en la tentación, pero se sobrepuso y mejor huyó en su caballo, dejando atrás a su compadre, las imágenes fantasmas y al otro caballo. Aún a lo lejos podía escuchar la música, las risas lujuriosas y los llamados de las mujeres. De Pedro nunca se volvió a saber. Al tercer día llegó el caballo solo y hambriento; no comió nada hasta que murió de tristeza y de hambre.
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Pero la historia no termina aquí. Según me comentó don Toño, desde chico él había oído hablar de esa extraña leyenda por voz de su abuelo. El viejo decía que dos amigos habían visto ese mismo pueblo festivo y ambos aceptaron la invitación de dos mujeres muy hermosas. Fueron conducidos por ellas a la fiesta donde había personas de todas las edades, pero no había niños. Entre la multitud, uno de ellos creyó reconocer a un hombre que se daba por desaparecido desde hacía muchos años, pero no pudo confirmarlo. Leyenda publicada por Homero Adame.
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La fiesta era un verdadero bacanal, hombres y mujeres bailaban hasta el cansancio y todo mundo bebía vino en grandes cantidades. A ellos les ofrecieron del vino pero él no aceptó, el otro sí. También les sirvieron los manjares más apetitosos que jamás había visto, pero él no comió porque estaba muy asustado. Luego, una de las mujeres se le acercó y trató de seducirlo, pero su miedo era mayor y no se dejaba arrastrar por la tentación, aunque ésta era enorme, pues la mujer comenzó a desnudarse frente a él. Sin embargo, él mostró su poder de voluntad y eso que vio cómo su amigo disfrutaba de las dos mujeres a la vez, mientras otros hacían el amor desenfrenadamente.
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Al cabo de un rato, y debido al cansancio, se quedó dormido y despertó hasta el amanecer. Los caballos seguían ahí, pero no vio rastros de su amigo ni del pueblo que creyó haber visto. Después se trepó a su caballo y galopó hacia el rancho, donde le contó la historia a todos los vecinos. No hubo quién no le creyera, pues desde siempre se había contado de hombres y mujeres desaparecidos en aquel rumbo de la sierra luego de haber entrado a un pueblo fantasmal de ambiente festivo y haber aceptado las invitaciones que la gente de ahí les hacía. De su amigo nunca se volvió a saber nada. Desapareció de este mundo.
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Según don Toño, aquel viejo amigo de su abuelo fue el único que escapó de quedarse atrapado en la visión fantasma porque no aceptó tomar vino, probar bocado ni hacer el amor con las mujeres. En otras palabras: como no cayó en la tentación, vivió para contarlo. Leyenda en un blog de Homero Adame.
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Comentario de Homero Adame sobre la leyenda "El pueblo festivo"
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En muchas partes del mundo, y también en México, se cuentan historias de pueblos fantásticos que sólo aparecen ante nuestra percepción en ciertas ocasiones o en un determinado número de años. Un buen ejemplo son los mirage, o visiones en el desierto del Sahara, donde se habla de la existencia de pueblos espectrales que sólo se muestran a la vista humana cada 100 años.
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En el contexto regional, se cuenta que en un camino real de la Sierra Madre Oriental, a la hora del crepúsculo en determinadas tardes se escucha música muy melodiosa y también voces y risas de gente. Los sonidos vienen de atrás, a la derecha de quien los percibe; si se atreve a voltear verá que se está llevando a cabo una verdadera romería. En caso de que la persona ande a caballo, éste se mostrará inquieto y querrá huir, aparte de no obedecer las órdenes si su jinete pretende dirigirse hacia la fiesta.
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La recomendación es de no mirar hacia atrás e ignorar los sonidos invitantes y mejor seguir su camino. Sin embargo, si la curiosidad es grande y la persona voltea y presencia la escena, lo que debe hacer es alejarse de inmediato y no aceptar las tentaciones que le ofrezcan porque, de lo contrario, se quedará atrapada en ese mundo, como se sugiere en esta versión narrada por don Demetrio Velázquez, durante un paseo que hicimos por la sierra.
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Esta leyenda se publicó en el libro Mitos, cuentos y leyendas regionales de Nuevo León, por la Editorial Font, en 2005. La edición estuvo a cargo de la Mtra. Déborah Chenillo Alazraki, con diseño de Beatriz Gaytán; correcciones de Mary de Lara e ilustraciones de Jennifer Hennen.
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El libro se puede adquirir en la Librería Cosmos, de Monterrey, N.L.
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