Leyenda de Los Frailes
(El Arenal, estado de
Hidalgo)
Bueno, de esos peñascos que pregunta, sí, tienen su
historia, bueno, más bien su leyenda porque de historia, historia la verdad no
sé, pero de las leyendas sí –anticipa el señor Ramón Uribe, en San José
Tepenené–. Mire, usted bien ha de saber que las leyendas tienen muchos cambios
porque yo las cuento de una manera, usted de otra, y otra gente la cuenta como
ellos quieren o como se la saben, ¿verdad? Y esta leyenda de los picachos o
peñascos que les dicen que los frailes, o sea que es la leyenda de unos
frailes. (Encontrada en un blog de Homero Adame.)
Una de las leyendas dice que hace muchos, pero ya
muchos años estaban los frailes agustinos construyendo sus conventos y que ya
habían terminado el de Atotonilco el Grande y entonces mandaron a la gente a otras
partes a poner más conventos, ¿verdad? Un grupo de frailes y monjas se vinieron
para acá, bueno, iban a Actopan a construir el convento, y ahí iban ellos en
peregrinación y dormían donde les cayera la noche. Entonces una noche un fraile
y una monja se hicieron ojitos, se fueron a lo más oscurito y como todo hombre
y mujer que se gustan y tienen sus deseos, estos dos tuvieron allí su amorío
aunque fueran religiosos. Pero el fraile principal –ese que parece que le dicen
que el prior– se dio cuenta y les puso una santa regañiza por pecadores y dijo
un conjuro tan fuerte que la tierra tronó y el fraile y la monja se quedaron
convertidos en piedra. Eso dice una leyenda.
Aquí le va otra, parecida, pero un poquito diferente:
cuando estaban los frailes construyendo el convento de Actopan siempre tenían
que ir a donde fuera a traer agua o materiales para la construcción. Resulta
que uno de ellos se fue más lejos y subió a los cerros y arriba se encontró a
una muchacha muy chula y con ella rompió sus votos de la castidad. Dicen que
del cielo cayeron dos rayos que convirtieron al monje y a la muchacha en
piedra. (Leyenda de Homero Adame.)
Ahora, la verdad es que eso de los picachos con esa
forma viene de mucho más antes, o sea que son muy pero mucho muy antiguos y
sabemos por acá que hay historias que cuentan los inditos otomíes en su lengua,
su lengua que nomás ellos entienden y uno se entera porque luego hay gente que
cuenta las historias de ellos pero ya en español, ¿verdad? Aquí le va una de
esas leyendas de los otomíes:
Según cuentan ellos, los otomíes de más antes llegaron
a lo que es el Valle de Mezquital donde pusieron sus ranchitos y empezaron a
cultivar las tierras. Pero había muchos de ellos que todavía no se
acostumbraban a estar en un solo lugar y se iban de cacería a los montes, a las
serranías. Muchas veces se iban los hombres solos o también se llevaban a sus
mujeres y familias porque se iban mucho tiempo a la cacería y regresaban al
pueblo con las pieles para cubrirse en los inviernos. Algo así dice la
historia. Pero la leyenda de los picachos que cuentan los otomíes tiene que ver
con dos de ellos que eran digamos que marido y mujer y andaban en la punta del
cerro con sus chilpayates; eso fue una tarde que empezó a tronar muy feo, con
rayos y lluvia. No había donde guarecerse de la tormenta y tuvieron la mala
fortuna de que un rayo los mató. Estaban ellos abrazados y el rayo los partió,
o sea que los separó. Cuando terminó la tormenta llegaron otros compañeros y
los encontraron bien tiesos, así como carbón; no los enterraron porque antes
los otomíes no tenían esas costumbres. Los dejaron allí. Y bueno, ya con el
tiempo, el sol y la lluvia los cadáveres carbonizados fueron creciendo tanto
que se volvieron de piedra y los demás otomíes empezaron a venir a estos rumbos
a venerar a sus antepasados, o sea a esa pareja, y también a los chamacos que
desde acá no se ven pero allá están, también vueltos piedra. Y es así como
empezaron a quedarse los otomíes en estas tierras que ahora son los pueblos de
San José Tepenené, El Arenal, Actopan y muchos más antes de que llegaran los frailes
españoles con sus ideas, su religión, su cultura.
Nota: la segunda foto de este texto fue tomada del blog Actopan, Hidalgo. Que el enlace sirva como crédito y agradecimiento a su creador.
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