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lunes, 24 de enero de 2011

Mitos y leyendas de Nuevo León: Raíces, un sitio arqueológico

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RAÍCES, UN SITIO ARQUEOLÓGICO DE NUEVO LEÓN
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Leyenda de Linares, N.L.
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En un lugar llamado Raíces vivieron los habitantes del ayer, quienes, en una larga pared rocosa, dejaron escrito su paso por el mundo en forma de círculos, de espirales y otros pictogramas. Aparte de esos petrograbados, el lugar no tenía nada de raro a primera vista, pero en la noche, justo a la hora del crepúsculo, las piedras que se encuentran esparcidas por doquier en las lomas, al otro lado del arroyo, empezaban a despertar. Se veían sombras moverse y se oían voces y música de la prehistoria. Esas piedras despertaban de su sueño; en ellas vivían las conciencias de los antiguos. Sabemos que toda esa gente amó tanto a su tierra que, antes de morir, le pidieron a Dios que les permitiera quedarse ahí por toda la eternidad, y Dios les concedió el deseo. Por eso cada noche aquellos espíritus volvían a la vida para recorrer la tierra que tanto amaban. Leyenda de Homero Adame.
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Toda persona que por azar miraba o se encontraba con esas sombras de la oscuridad, se asustaba tanto que juraba no volver por ahí nunca más. Unos decían que esas manifestaciones eran el Diablo mismo, otros afirmaban que había un tesoro enterrado, pero nadie se atrevió a escarbar jamás.
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La paz de esos antiguos habitantes se vio turbada allá por los años 40, cuando don Pablo Salce, el poeta-historiador de Linares, se dio a la tarea de recolectar las rocas con grabados para transportarlas a un futuro museo que él mismo proyectó. Mucha gente empezó a ir y venir por esos lugares, siempre en busca de las piedras que mostraran signos, dibujos o inscripciones. Se llevaron las que pudieron arrancar de la tierra, dejando sólo aquellas de la larga pared. Así fue como las ánimas del ayer perdieron sus puntos de referencia y desde entonces dejaron de manifestarse por las noches.
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Con el transcurso de los años ese terreno cambió de dueños varias veces y en la actualidad hay grandes pastizales para alimentar el ganado. Las personas que allá viven nunca hablan de ruidos o visiones: el lugar es ahora un rancho más de la vasta región semi árida de México, pero con la única diferencia que aún se conservan algunos de los petroglifos, como mudos testigos de un pasado enigmático e inexorable. Leyenda encontrada en un blog de Homero Adame.
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La arqueología norestense hasta hoy registrada se compone básicamente de petroglifos y pinturas rupestres, así como de remanencias consistentes en objetos, pedernales y aislados sitios de ocupación.
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En un rancho del municipio de Linares existe una gran cantidad de petroglifos in situ, muchos de los cuales, por inconsciencia del propietario de ese lugar, quedaron cubiertos por cemento cuando hicieron abrevaderos para el ganado. Dada la orientación de esos diseños, así como el contexto donde se ubican, dio origen a esta fantástica historia que fue narrada, casi a manera de cuento, por don Demetrio Velázquez.
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Sobre la leyenda en sí cabe hacer un repaso acerca de algunos motivos de interés mitológico que se mencionan. Por una parte tenemos a las ánimas, o espíritus desencarnados, que viven en las rocas; por otra, sobresale la cita del crepúsculo, que es cuando despiertan las ánimas, según muchas creencias, y por último, el río –arroyo, en este caso– cuyo simbolismo designa los límites entre la vida y el reino de la Muerte. Explicación de Homero Adame.
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Esta leyenda, escuchada en el municipio de Linares, N.L., se publicó originalmente en el libro Mitos, cuentos y leyendas regionales - tradición oral de Nuevo León. Ediciones Castillo, 1998.
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La ilustración en blanco y negro es obra de Jennifer Hennen
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1 comentario:

Miranda dijo...

No se si entendi bien. o sea que esas gentes se conviriteron en piedra??? Y otra cosa... o sea que se quedaron ahi por la eternindas pero es como estar atrapados no???