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LA TEPA DEL RÍO
TANCOCHIN
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Leyenda huasteca
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En las márgenes y a
todo lo largo del extenso río Tancochin, río que nace en la caída de agua de la
sierra de Kotontepetl, en el municipio de Tancoco, y atraviesa los municipios
de Naranjos-Amatlán, Chinampa, y desemboca en la laguna de Tamiahua, entre
Saladero municipio de Tlamalín y Reforma municipio de Tamiahua, se han
escuchado infinidad de cuentos, relatos e historias, como la leyenda de la
Tepa.
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Según cuentan los abuelos, la Tepa era una mujer muy
hermosa, de cara bonita, alta, blanca, de larga cabellera, cuerpo bien torneado,
prominentes pechos, ojos coquetos y sonrisa encantadora, cuando se apreciaba de
lejos. Pero al tenerla cerca, su apariencia cambiaba totalmente. Su rostro se
mostraba pálido y amarillo, sus ojos destellaban odio, su pelo desbaratado, las
uñas de las manos largas y filosas y su boca demasiado enojo.
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Cuando la Tepa estaba contenta, interpretaba cantos muy
tristes en una lengua extraña. Totalmente desnuda se metía al agua y con un
guacal se rociaba agua por todo su hermoso cuerpo; al bañarse mostraba todos
sus encantos.
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Hay quienes aseguran que a las 12 del día, al llegar o
estando en sus milpas, de repente sentían una ráfaga de viento que movía todos
los arboles, apareciéndose como por arte de magia, sin dejar pasar a nadie por
el camino, llenando de ramas y abrojos todas las salidas. Produciendo enorme
susto a quienes lograban ver a la Tepa, que en ocasiones sufrían de fuertes
fiebres y alucinaciones por muchos días, que algunas personas fallecían por
esta causa.
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Todos los habitantes de esta región por generaciones, sabían
y conocían muy bien el mito de esta terrorífica mujer, que algunos ya venían
preparados, con agua bendita, caña o aguardiente y algunas oraciones para
alejarla del lugar.
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Por eso cuando sembraban preparaban mucha comida, café, agua
limpia para beber, pan, tortillas y aguardiente, para comer en la milpa,
acompañados de sus peones.
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No sin antes ofrendarle a la Tepa en un lugar especial del
monte, de la siguiente manera:
- En siete cazuelitas muy pequeñas de barro colocaban la comida, siete tacitas también de barro colocaban los líquidos (café, agua y aguardiente).
- Colocaban en el improvisado altar dos copaleros con brasa e incienso, figurillas de barro y caritas sonrientes conocidas como teopaquetl, hoy en día se conocen los restos de barro como tepalcates (vasijas divinas, porque se ocupaban para ofrenda).
- Después de haber compartido con la Tepa y los peones, hacían un hoyo en medio de la milpa, donde depositaban todo lo que les había sobrado.
- Para darle de comer a la madre tierra, también encima rociaban el agua, el café y el aguardiente.
Este ritual lo acostumbraban hacer en todas la comunidades
huastecas, aunque en algunas de ellas nunca se hubiese aparecido la Tepa.
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Se dice que allá por el año de 1960 en una comunidad de
Tamiahua, conocida como Buena Vista, al levantar la cosecha, cuando estaban
variando el frijol y a la hora de comer sus lonches, se les apareció de repente
la Tepa a cinco campesinos.
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Entre ellos estaba uno llamado Melitón Santiago, quien sacó
su machete y le grito “¡hasta aquí llegaste bruja, hija de tu humilde madre!
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Se le echó encima a
machetazos pero sin tocar su cuerpo, siguiéndola hasta perderse en el espeso
monte, mientras ella se carcajeaba burlonamente.
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Sus compañeros
quedaron estáticos con sus pies engarrotados, gritando angustiosamente
¡Melitón, Melitón, Melitón…!
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Después se arrodillaron implorándole a Dios que los ayudara,
sin saber que Melitón había desafiado a fuerzas extrañas de la naturaleza, provocando
la ira de la Tepa, que se lo llevó para siempre.
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Juan uno de ellos corrió a la comunidad para avisar lo
sucedido. Al llegar al pueblo gritaba "¡A Melitón se lo llevó la Tepa!". Toda
la gente del pueblo se organizó para buscarlo por muchos días, mas no
dieron con él. Luego de pasados unos cuarenta días, unos vecinos de
Tampache encontraron el cuerpo disecado totalmente, la piel bien adherida al
esqueleto, como si lo hubiesen chupado. Sólo por sus ropas lo reconocieron. No había duda: ¡él era Melitón!
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Durante esos cuarenta días todas las milpas sufrieron
ataques de la Tepa, quebrando las plantas de maíz y arrancando de raíz las
plantas de frijol, no así donde habían sembrado ajos y chonacates o cebollinas.
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Y los demás campesinos empezaron a sembrar también ajos y
chonacates en sus milpas, para alejar a la bruja llamada Tepa que no ha vuelto
más por estos lugares.
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Nota: Tancochin es una palabra téenek que tiene su origen en
un pueblo huasteco del municipio de Tamiahua, muy cerca de la desembocadura del
rio con el mismo nombre. Este pueblo huasteco se fundó allá por el año 1180,
bajo el dominio del rey Atl-aua, rey de Tamyamija uxquae o Tamiahua la vieja.
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De lo que se deriva su nombre, es porque los aldeanos de
Tancochin navegaban río arriba en improvisadas balsas para cazar venado,
pasando por Yancucum (hoy la laja Moralillo) municipio de Tancoco, hasta la
hermosa cascada que sirve de afluente a este río, que anteriormente también se
alimentaba del manantial de Agua Zarca que allá por el año de 2009 fue desviada
para llenar la represa de Tlamalín y que pasó a mermar la corriente de este
importante río.
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Significado de Tancochin, en tének, Tan: canoa o balsa, koch
u tan: anchura, chin: buche y ch`iin: lanzar o lapidar. Ta`an: ceniza, koch:
carga, ko`och: higuera y ch`iin: echar. En conjunto podría ser “echar carga a
la balsa” o “echar carga de ceniza”. Descartando la hipótesis de que el nombre
viene de tanco por Tancoco y chin por chinampa, ya que el pueblo de Tancochin
fue antes que el de Tancoco.
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Leyenda publicada en el libro Cuextecatl volvió a la vida, de José Reyes Nolasco
Y compartida por su autor para su publicación en este blog.
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Y compartida por su autor para su publicación en este blog.
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