EL CONEJO Y EL
COYOTE
Cuento tradicional
mexicano: versión de Galeana, N. L.
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Había una vez una viejita que tenía
sembradíos de lechuga, rábanos y betabeles, y había un conejito que llegaba
todas las noches a comérselos. Harta de eso, la viejita ponía trampas, pero
como el conejo era muy audaz nunca caía. Un día la viejita pensó:
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«A la próxima le voy a poner un
monito de cebo, a ver si con eso se asusta y ya no viene.»
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Pasaron los días y llegó el
conejo con el afán de comer algo. Cuando vio al monito, comenzó a burlarse de
él, pero como éste no le contestaba, el conejo le dijo: «Mira, monito, no
te voy a comer». De todos modos, le siguió haciendo bromas y lo empezó a
golpear hasta quedarse pegado, pues el monito era de cebo tipo engrudo. Como en
ese momento la viejita no andaba por ahí, no se dio cuenta de que el conejo se
había quedado atrapado. Sin embargo, en eso llegó el coyote y al verlo así lo
pescó. Pero el conejito, muy astuto, le dijo:
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–Por favor no me comas, coyote. Mira,
¿ves aquella majada que está allá? Dime, cuál chivita te gusta y ahorita te la
traigo.
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Como ese coyote era un poco tonto, le
creyó. Al soltarlo el conejo se fue corriendo lo más rápido que pudo y sólo se
le veían las orejitas moverse. El coyote se quedó esperando que le trajera la
chivita, pero aquél nunca regresó con la presa. Cuento recopilado por Homero Adame.
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Al poco tiempo el coyote se volvió a
encontrar al conejo y le dijo:
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–Ya te pesqué otra vez, conejito.
Hace varios días te andaba buscando y como me hiciste trampa ahora sí te voy a
comer.
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–No’mbre, coyotito, déjame
explicarte: resulta que atrapé la cabra que te dije, pero cuando te fui a
buscar no te encontré, así que se me ocurrió hacerla chicharrones. Por eso aquí
me ves preparándolos. Hm… están quedando al puro punto -explicó el conejo.
(Cuento en un blog de Homero Adame.)
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–Está bien -dijo el coyote-, ahorita
nos los comemos.
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El coyote empezó a menear el cazo
donde supuestamente estaban los chicharrones que no eran tal, sino un panal de
abejas que zumbaban, produciendo un ruido como si algo estuviera friéndose. En
eso el conejo le dijo que en un rato regresaba y se fue lo más rápido que pudo,
mientras el tonto coyote seguía meneando sus supuestos chicharrones. Como es de
esperarse, lo picaron bastante las abejas. Cuento recopilado por Homero Adame.
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A la noche siguiente, el conejo
estaba comiéndose unos rábanos en la huerta de la viejita y el coyote lo vio y
que lo pesca.
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–Mira, conejo mañoso, traigo un
hambre atroz y no hay más remedio comerte a ti, al fin y al cabo ya te burlaste
de mí dos veces.
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Cuando estaba a punto de darle una
mordida, el conejo le dijo:
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–No, coyote, no seas tonto. ¿A poco
crees que se te va a quitar el hambre con comerme? Mira, ¿ves aquel bulto que
está allá? Bueno, ésa es una borrega que yo mismo pesqué para ti, y si te la
comes ya verás que te alcanza para dos o tres días.
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–¿Qué te parece?
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El coyote se entusiasmó y corrió a
comerse la supuesta borrega, pero cuando le dio el primer zarpazo nada más pegó
un aullido de dolor. ¡Era un cactus y se había espinado! El conejo lo había
hecho tonto de nuevo.
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Pasó el tiempo y de nuevo el coyote
se encontró a su enemigo; esta vez en la orilla de una laguna. (Cuento encontrado
en un blog de Homero Adame.)
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–Mira, conejo desgraciado, ahora sí
te voy a comer -le dijo-. Ya me hiciste tonto tres veces y ya no me voy a
dejar.
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–Pero amigo coyotito, antes de querer
comerme debes saber que te andaba buscando porque te traía un queso, pero se me
cayó en la laguna y no lo puedo alcanzar con mi manita que es muy corta -le
explicó el conejo-. Estaba pensando en una solución para sacar el queso de ahí
y se me ocurre que entre los dos podemos lograrlo. ¿Cómo la ves, me agarras o
te agarro yo hasta que podamos sacar el queso del agua?
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Estuvieron discutiendo quién asía la
mano de quién hasta que finalmente se pusieron de acuerdo. Quedaron en que el
conejo iba a sujetar al coyote para que éste, con sus brazos más largos,
alcanzara el queso. Pero lo que el coyote no sabía es que el supuesto queso no
era más que la luna llena reflejada en el agua y no un queso como le había
hecho creer el mañoso conejo. Como éste tenía otros planes, cuando el coyote ya
estaba adentro del agua, lo soltó y el coyote se ahogó. Cuento encontrado en un
blog de Homero Adame.
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Comentario de
Homero Adame sobre este cuento
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En muchos relatos indígenas
mexicanos, y de las etnias del desierto americano, existe una saga de cuentos
donde los protagonistas son un conejo y un coyote, resultando como ganador uno
u otro indistintamente. Por lo general, esa clase de cuentos lleva una moraleja
implícita, la cual es una característica convencional en este género literario.
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En la versión que acabamos de leer,
narrada por Milton de la Peña, un estudiante de Geología en Linares, quien nos
dice que todavía se cuenta a los niños en las regiones serranas de Iturbide,
los símbolos son los mismos: un coyote, animal embustero que siempre se sale
con las suyas, cuya naturaleza en el folclore es dual, pues aparte de tramposo
es también un héroe cultural, ya que imparte conocimiento de las artes y no
permite que se extinga el fuego, protegiendo así a la raza humana. Y un conejo,
que también en el folklore de algunos pueblos es un animal tramposo y
embustero, aunque de igual forma es benefactor, pues él trajo el fuego de
allende el mar para beneficio de la humanidad; con lo cual demuestra su
naturaleza dual, similar a la de su contrincante.
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Puedes leer este cuento en inglés
siguiendo este enlace:
Este cuento, publicado originalmente en 1998 y después en 2005, fue de nuevo incluido en Mitos, cuentos y leyendas de Nuevo León. Regiones Citrícola y Sur, libro cuyos antecedentes son Leyendas, relatos, costumbres y tradiciones de Nuevo León (Ed. Font. 2005), Mitos, cuentos y leyendas de Nuevo León (Ed. Font. 2005) el cual fue, a su vez, una edición corregida, aumentada y mejorada de Mitos, cuentos y leyendas regionales – tradición oral de Nuevo León, originalmente publicada por Ediciones Castillo en 1998.
Mitos, cuentos y leyendas de Nuevo León. Regiones Citrícola y Sur (Guadalajara. 2022) contiene exclusivamente relatos de doce municipios neoleoneses, seis de ellos ubicados en la Región Citrícola y, otros seis, en la Región Sur. Está compuesto por tres capítulos: 1. Mitos, 2. Cuentos y 3. Leyendas; este último subdivido por épocas y temas: a) Leyendas con contenido prehispánico, b) Leyendas coloniales de santos y vírgenes, c) Leyendas de aparecidos y fantasmas, d) Leyendas de brujas y curanderos, e) Leyendas de cementerios y f) Leyendas de tesoros. Más aún: en este tratado el autor presenta cada relato recreando el habla de zonas rurales y serranas de Nuevo León, donde se usa un lenguaje sencillo, pero con vocablos y locuciones poco comunes o desconocidas en otras regiones del país o en las urbes.
Cabe destacar que más allá del relato, Homero Adame analiza el contenido de cada leyenda y encuentra simbolismos, hierofanías, elementos teogónicos del pensamiento desde el tiempo mítico y, de tal modo, sitúa a estas regiones neoleonesas en el contexto de la mitología universal.
La aclamada obra Mitos, cuentos y leyendas de Nuevo León. Regiones Citrícola y Sur, está disponible en librerías y también en Amazon, tanto en formato digital (Kindle) como en formato impreso o formato papel.
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