El candidato
(Algún municipio conurbado de Monterrey,
N.L.)
Una vez que fuimos de vacaciones a Nuevo
León, en pleno verano, había campañas electorales. No recuerdo dónde fue, pero
un domingo manejamos a Cerralvo, la población más antigua del estado y nos
gustó, aunque hay ciudades neoleonesas más ricas en arquitectura colonial.
Íbamos de regreso al hotel en Monterrey y pasamos de largo Cadereyta, famosa
por sus escobas y sus lloviznados, y más adelante paramos en un pueblo para
comprar agua y refrescos que el calor estaba fuere. La plaza estaba hasta el
tope de gente; no del paseante dominguero común y corriente, sino de los
partidarios de un candidato del PRI que andaba en su cierre de campaña. (Relato encontrado
en un blog de Homero Adame.)
Los vitoreos y aplausos eran continuos. Los
animadores no dejaban de hablar y gritar arriba en la tarima. Cuando por fin
apareció el candidato, las hurras y los chiquiti–bums colmaron el ambiente. El
hombre cogió el micrófono e inició su arenga previamente preparada. Con la
emoción del momento se puso a improvisar sus últimas palabras. Los vivas y las
ovaciones lo animaban cada vez más. Como todo buen cierre de discurso requiere
de un punch line eficaz, fuerte y persuasivo, el candidato terminó
diciendo: (relato de Homero Adame).
"... y ahí tenemos a los de la
oposición, que no saben ni tienen experiencia para gobernar. Por eso a ustedes
yo les digo: ¡más vale ratero por conocido, que ratero por conocer! Muchas
gracias".
Cosa curiosa, luego me enteré que perdió las elecciones.