El columpio del Diablo, leyenda de Cerocahui, municipio de Urique, Chihuahua
Sabemos que hay leyes
universales y divinas que todos deben respetar, incluso el Diablo. Por ejemplo,
los días 1° y 2 de noviembre son sagrados en todo México y en muchas partes del
mundo porque se festeja a Todos los Santos y a los Fieles Difuntos. De acuerdo
con la tradición, en esas fechas Dios les da permiso a los difuntos para que
sus ánimas vengan a la Tierra y convivan con sus seres queridos que los
recuerdan. El permiso es igual para todos, los que están en el cielo, en el purgatorio
y hasta en el infierno –explica Juan Manuel Andrade, un guía de turistas.
En
cualquier parte de Chihuahua, la gente va al panteón a dejar ofrendas a sus
difuntos. El día 1° lo consagran a los niños y el día 2 a los adultos, cumpliendo
así con la tradición, pero en algunos pueblos tienen creencias muy especiales.
Por ejemplo, algunas personas de Cerocahui me han contado que allá evitan ir al
panteón una vez oscureciendo o estar adentro del mismo ya en la noche,
principalmente el día 1°, porque tienen una creencia que a la mayoría le
provoca terror. De hecho, cuando se mete el sol, mucha gente prefiere no salir
de sus casas y es mejor cerrar puertas y ventanas. La creencia es que se oyen los gritos de advertencia del Diablo que desde un columpio vigila que sus difuntos no se desbalaguen o traten
de no volver al infierno.
No sé si la creencia venga de los tarahumara o sea católica, pero cuentan que desde hace muchos años, en la tarde del día 1° de noviembre el Diablo tiende una cuerda muy larga, desde la cima de un cañón hasta la cima de otro, y se columpia para vigilar a las ánimas que están en el infierno, pero que en esos dos días tienen permiso de venir a este mundo. Hay quienes afirman que han visto al Diablo columpiarse, mientras que la mayoría de la gente sólo dice haberlo escuchado gritando. Los que lo han visto dicen que es como una sombra muy grande que se mueve en el cielo, algo así como una nube en vaivén. Y los que lo han escuchado cuentan que los gritos son aterradores, que dice muchas maldiciones y blasfemias, y que lo hace así porque sabe bien que las ánimas del infierno son tramposas, traicioneras, y tratan de hacer hasta lo imposible para escaparse y quedarse en este mundo asustando gente o provocando desgracias. Pero esas ánimas no pueden escabullirse sin ser sorprendidas por el Diablo porque él, desde su columpio, vigila y vigila, y grita de la manera más horrenda cuando se da cuenta de que alguna de esas ánimas tiene la intención de escapar.
También cuentan que esa noche del 1° de noviembre corre un viento muy raro en los alrededores del panteón, y cree la gente que es provocado por el mismo Diablo al columpiarse.
Nota: una versión editada de esta leyenda fue publicada por Editorial Trillas en mi libro Leyendas de todo México. Aparecidos y fantasmas que se puede adquirir en librerías o siguiendo el enlace en azul.