Yo digo que hay dos tipos de historias: las que contamos
nosotros y las que cuentan los mayas. Nosotros sabemos historias de piratas, de
tesoros, de aparecidos, pero los mayas saben de espíritus, de la Xtabay, de los
duendes. Le digo esto porque, cuando estábamos chicos, trabajó en mi casa una
mujer maya que era de una comunidad chiquita allá por el rumbo de Naranjos,
creo. Ella nos contaba historias para que, según esto, nos portáramos bien, y
sí nos asustábamos, ¡cómo no!, pero ahora ya de grande me he dado cuenta de que
ella no las inventaba, sino que eran historias de su gente –recuerda el taxista
Maximino Álvarez.
Me acuerdo muy
bien de una historia de unos duendes, que en la lengua de los mayas les dicen
«los yumká». Nos contaba doña Chelo –así se llamaba la mujer– que en todas las
selvas de Tabasco vivían esos duendes, esos yumká, pero que casi nadie podía
verlos; también decía que vivían en los pantanos. Que yo me acuerde nunca nos
dijo cómo eran esos duendes, pero en mi imaginación de chamaco yo me los
imaginaba vestidos de verde, con zapatitos rojos y sombrerito picudo, porque
así se miraban en los cuentos de hadas, pero ahora sé que los dibujos de esos
cuentos son de allá de Europa; entonces los yumká no pueden ser iguales, pero
la verdad no sé cómo serán, si es que existen. (Leyenda publicada por Homero Adame.)
Doña Chelo nos
decía que los yumká vivían en la selva y en los pantanos porque Dios los creó
para que protegieran esos lugares, para que los protegieran de que la gente no
fuera a destruirlos, ni construir pueblos, ni hacer carreteras ni talar los
árboles nomás porque sí. Entonces, decía ella que cuando alguien llegaba con
las intenciones de hacer un daño a la selva –a la ecología decimos ahora–, los
yumká se las ingeniaban para que la gente mejor se fuera a otros lados.
No sé, esas son
historias y creencias de los mayas, pero algo de cierto puede haber porque, ya
ve, en aquellos rumbos de Tabasco hay muchos lugares despoblados completamente,
donde es pura selva, puro pantano, y casi nadie se atreve a meterse. Y ahora ya
hay hasta reservas protegidas por el gobierno, como esa de los pantanos al sur
de mi estado, y de seguro los mayas que todavía quedan habrán de decir que esa
protección es obra de los yumká. (Leyenda en libro de Homero Adame.)
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En el folklore de los mayas chontales, el yumká (también escrito como yumka’) es un personaje sobrenatural, tipo chaneque, cuya labor es cuidar la selva. El origen de su nombre se deriva de dos vocablos: yum, dueño, señor o protector, y ka, selva, tierra o lugar. Otras versiones afirman encuentran sus raíces en Yum Kaax, una antigua deidad maya del maíz. Las pocas referencias de él provienen de la tradición oral tabasqueña, pero dadas sus particularidades nos remite al Cuahutepochtle[1] de la mitología nahua e incluso a los aluxes[2], también mayas.
En este relato se abordan las características más comunes
asociadas con los yumká: protegen la selva, los pantanos y todo el hábitat natural.
Algo interesante es que sólo se les puede ver de soslayo, lo que concuerda con
historias de otras partes del mundo que hablan de duendes o seres
sobrenaturales a los que, por lo general, es casi imposible verlos directamente
o tener contacto con ellos.
Y a propósito de la construcción del tren maya hay que ver si algo nos cuentan de los yumká protegiendo la selva tabasqueña.