LA MALDICIÓN DE UN MARAAKÁME
(Leyenda de Poblazón,
municipio de Catorce, SLP)
Bueno,
aquí no es exactamente pasadero de los huicholes; ellos más bien tienen su ruta
más abajo y suben a su cerro quemado por aquel lado de la sierrita. Pero como
desde siempre los hemos visto –digamos que allá por la estación [Catorce], o en
Coronado o en Wadley, que también es estación–, pues nosotros nos enteramos de
cosas de ellos. Pero acá nosotros tenemos una plática, que ya platicaban los
viejitos de más antes, de un brujo de los huicholes que puso una maldición –anticipa
el Sr. Asunción Mata Colunga, de Poblazón,
municipio de Catorce.
Resulta
que cuando las minas de plata de buena ley estaban en pujanza, andaban los encomenderos
muy bravos atrapando indios para hacerlos esclavos y que trabajaran en las
minas de Catorce, de La Luz y hasta de [Villa de] la Paz; muy méndigos esos encomenderos.
Entonces resulta que venían los huicholes en grupo, todos ajilados, porque
andaban cortando esa biznaguita que le mentan “peyote”, y un encomendero
español los atrapó para llevarlos a las minas –creo que era el capataz de “La
Purísima” o “San Agustín”, unas minas de mucha bonanza–. Pero primero se armó
el pleito, pero como los huicholes son muy pacíficos, entonces los atraparon
bien facilito. (Blog de Homero Adame.)
Bueno,
la cosa estuvo en que entre los esclavos andaba el brujo de ese grupo de
huicholes, y sabrá Dios nuestro Señor qué habrá dicho el brujo aquél en su
idioma, que al poco tiempo se acabó toda la pujanza de las minas. No’mbre, nos
platicaban los viejitos que el Real se quedó bien solo, todo abandonado, porque
la plata se desapareció –o se habrá escondido– y todo por la maldición que echó
ese brujo huichol que le digo. (Recopilación de Homero Adame.)
No,
esas son cosas que uno no entiende, pero muy fuertes las cosas que saben los
brujos, y más las de los huicholes porque ellos se comunican con muchos
espíritus y los espíritus de la tierra, del agua, del viento, del peyote los
escuchan.
La
palabra maraakáme
en lengua huichol o wirrárika significa chamán o guía, y se le atribuye al
sabio de una comunidad, que por sabio no necesariamente es un “brujo”, según el
contexto e interpretación que en lugares cristianos se les da. En las sierras
donde habitan los huicholes seguramente existen infinidad de historias sobre
sus chamanes, pero no parecen ser comunes en los pueblos del Altiplano
potosino. Por tal motivo, el relato que acabamos de leer resulta muy
interesante, ya que nos habla de un brujo (sin duda un maraakáme) y una
maldición tan fuerte que acabó con la riqueza de Real de Catorce.