LEYENDA DEL CRISTO
PERDIDO
Leyenda zacatecana
Esta leyenda se cuenta tanto en Saltillo como en
Concepción del Oro, al igual que en otros lugares. Dice que era tanto el
agradecimiento que sentían los mineros y gambusinos de la región, por tantas
bendiciones recibidas en sus minas y sus arroyos, que decidieron juntarse y cooperar
todos con un poco de lo recibido para mandar hacer un crucifijo de tamaño
natural. Nadie se opuso a la idea y así todos aportaron algo de su oro para
hacer aquel Cristo que sería la ofrenda de su agradecimiento. Para tal efecto,
una vez reunida la cantidad suficiente de oro lo enviaron fundir a la ciudad de
Saltillo. Los feligreses acordaron que cuando estuviera listo el crucifijo, se
procedería a hacer una peregrinación desde Saltillo hasta Mazapil.
En la fecha acordada, el artesano entregó el crucifijo
en Saltillo y desde allá partió la peregrinación, entre danzas, inciensos,
cánticos y cohetones. Como el trayecto es largo, los peregrinos se detuvieron
cerca de Bonanza para descansar, pernoctar y reponer fuerzas, principalmente
porque el siguiente trayecto sería el más difícil: atravesar la sierra. (Leyenda
tomada de Mitos y leyendas mexicanas de Homero Adame.)
Se dice que cuando todos estaban dormidos fueron
asaltados por una gavilla de ladrones de las tantas que asolaban esa región,
dándoles muerte a casi todos los peregrinos y enterrando el Cristo con la idea
de después regresar por él; esto debido al peso y tamaño de la obra. Entre la
masacre solamente quedó un niño con vida, que estuvo observando a los ladrones
en silencio ante el temor de que se dieran cuenta que estaba vivo y también lo
mataran. Cuando los maleantes se fueron, ese niño se encargó de pedir ayuda en
el poblado más próximo, Bonanza.
Los pobladores de inmediato se organizaron y
al ver la masacre que habían cometido los ladrones, fueron en su búsqueda. Era
tal la ira que sentían contra ellos que cuando los encontraron los mataron sin
contemplaciones.
El niño que había sobrevivido era un indio
irritila. Como no había quién entendiera su dialecto, no pudo decir dónde
habían enterrado el Cristo los ladrones, tampoco pudo decir le a la gente el
lugar exacto, ya que todo ocurrió de noche y, además, con la caminata que hizo
al pueblo se desorientó.
Desde entonces, mucha gente, sobre todo la que de
alguna manera ha escuchado la leyenda, se ha aventurado en la búsqueda del
Cristo perdido sin poder dar con él.
Notas:
1. Esta leyenda fue originalmente enviada por Eliseo
Pérez Reyes al blog de Homero Adame en http://xpresandote.com. Gracias, “Lichos”.
2. La imagen del Cristo fue tomada del sitio de
Internet J.C. Naón & Cía. S.A. Que el enlace sirva de crédito y
agradecimiento.