LA LUZ ERRANTE
(Leyenda
de Jaumave, Tamaulipas)
No, mi amigo, por estos rumbos no hay cuevas ni cosas grandes de
los indios de antes –afirma el Sr. Félix, un campesino que vive en Pentezuela–.
Quién sabe si esos indios se bañaban en las aguas éstas. Lo que sí hemos visto
son pedernales así d’este tamaño. Cuando uno anda en la labor luego se los
encuentra por ai tiraos. Son las
mentadas puntas de flecha de los indios. Allá p’aquel lao, en aquellos cerros
altos, sí hay cuevas y pos cuentan
cosas que se han hallao ai dentro. Pa’
que le voy a echar mentiras, yo no he entrao en ellas. Ni siquiera sé con
esatitud ónde quedan.
Lo que sí hemos mirao aquí es la luz errante. Todos los
rancheros de aquí hasta Burgos y San Carlos l’han visto alguna vez. Mire, ai onde andan aqueos caballos (una
planicie desmontada que rodea el baño) yo he visto la luz errante en la noche.
Se ve clarita. Uno pos sí se asusta
las primeras veces, pero como que luego le agarra uno confianza porque esa luz
es buena para uno; lo acompaña por las veredas, siempre adelantito de uno.
Quién sabe qué será, pero es una luz buena que ayuda al que anda en el monte
por la noche, o al que anda perdido. (Leyenda recopilada por Homero Adame.)
Jaumave fue la segunda población que fundó el conde de Sierra
Gorda, José de Escandón, el 19 de mayo de 1744, llamándose en esa fecha San
Lorenzo de Jaumave. Para su fundación, el mencionado conde trajo familias
procedentes de Guadalcázar, jurisdicción de San Luis Potosí. Siguiendo con las
costumbres de aquella época, después del acto de fundación se ofició una misa
por órdenes del colonizador, para después hacerse el trazo de los límites del
poblado, señalando los solares y las calles; dotando a los habitantes de agua
del manantial que hoy se denomina Media del Pueblo.