EL CERRITO RICO
Leyenda de
Chilpancingo, Guerrero
Hace varios años anduve trabajando para INEGI en el estado de Guerrero porque allá
nos asignaron –dice el Ing. Jerónimo
Huerta–. Estuve más o menos un
año y medio y más que nada anduvimos en la región de Chilpancingo. Los
compañeros de allá platicaban cosas cuando nos juntábamos a echarnos unas
cervezas. Una vez hasta fuimos a buscar un tesoro en el Cerrito Rico, pero no
encontramos nada.
A ese Cerrito Rico así le llaman porque supuestamente
hay algo escondido, pero no se ha sabido de nadie que haya encontrado algo de
valor. Así de lejos tiene la pinta de una pirámide y los arqueólogos entiendo
que han sacado objetos de valor para la historia, monitos y vasijas de barro
que luego mandan a los museos, pero de oro y joyas nada.
También nos platicaron que en ese cerro de repente
veían bolas de fuego que cruzaban el cielo y caían al cerro. Parece que una vez
mucha gente fue a ver la bola de fuego, pero que resultó que era una bruja de
color azul. Tú sabes, en las leyendas todo se vale y la gente le pega lo que
quiera.
Cuando fuimos a buscar el tesoro nos quedamos ahí en
el cerrito acampando. Escarbamos hasta que nos aburrimos y mejor le entramos a
las cervezas. Andaban con nosotros dos trabajadores que nos platicaron de un
misterio que supuestamente ha sucedido muchas veces en el cerrito. Dijeron que
el mero 24 de junio, a la media noche, se abre una cueva, pero como es el día
de San Juan, si uno quiere entrar tiene que echarse agua en la cabeza y en los
pies. Entonces que uno entra y ve que adentro hay un pueblo encantado, que hay
mucha gente bailando, cantando, comiendo, divirtiéndose como enanos; hasta hay
coheteros y juegos mecánicos y que todo es ¡gratis! Luego si uno camina más
adentro y entra a los palacios encuentra joyas y barras de oro. Pero el
problema está en que si uno come cualquier cosa, o toma una bebida, o cae en la
calentura con una mujer, uno entonces se queda atrapado para siempre y nunca
más volverá a salir de ahí. Pero si uno no cae en las tentaciones puede tomar
joyas o dinero, echarlas en un morral y salirse. Pero no debe tocar el dinero
ni las joyas así a mano pelona, sino que tiene que lavarse las manos con agua
antes.
Supuestamente se sabe esto porque les pasó a tres
amigos que se les abrió la cueva y se metieron. Como ya sabían la historia
llevaban agua para lavarse las manos y llenaron sus morrales de esmeraldas, y
collares y dinero. Ya iban saliendo cuando se les acercaron tres mujeres de lo
más hermosas que uno se pueda imaginar y no resistieron la tentación los tres
amigos. Pero uno de ellos se dio cuenta que sus amigos se estaban convirtiendo
en gente de ahí y soltó su morral y salió corriendo. Según esto, el tipo salió
y vivió para contarlo, pero que quedó medio loco y por eso la gente no le creía
muy bien que haya sido cierto.
No, esa noche que nos platicaron eso nos dio entre
curiosidad y un poco de miedo. Me acuerdo que era un sábado de junio y en unas
dos semanas más iba a ser el día de San Juan; entonces todos dijimos que sí
íbamos para ver si se nos abría la cueva y sacar tesoros. Nadie fue, todos
pusimos excusas para no juntarnos ese día para ir al Cerrito Rico. Yo sí le
saqué y no lo niego.
Notas:
1. Una versión editada de esta misma leyenda fue publicada por Editorial Trillas en el Mitos y leyendas de todo México. Dicho libro, que ofrece 64 leyendas mexicanas, dos por cada estado de la República, se puede adquirir directamente a través de la tienda en línea de Editorial siguiendo este enlace: Mitos y leyendas de todo México, de Homero Adame.
2. La fotografía del Cerrito Rico fue tomada de:
Que el enlace sirva de agradecimiento a su autor.