EL JUDÍO ERRANTE
Leyenda cristiana antisemita
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Cuando uno anda en el camino suele
encontrarse con ciertos personajes de manera recurrente, y sin andarlos
buscando. Hace muchos años me topé, por primera vez, con “el Judío Errante” y
me llamó la atención por sus características dentro del folclor más que de
mitología. Tomé interés en él y desde entonces ha aparecido con relativa
frecuencia en los relatos que escucho. Jamás se me ocurrió que tan oscuro y
misterioso personaje, mensajero de calamidades, tuviera nombre y, por ello,
tampoco se me ocurrió investigar.
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El otro día, por azares del
destino, descubrí que se llama Ashaverus y ahora sí fue tiempo de buscar más
información sobre él. Con sorpresa aprendí que también se le conoce como
Buttadeu, Joseph Cartaphilus, Micho Ader y Cortafilo.
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Es obvio que desde la primera vez
que supe de él comprendí que se trataba de un personaje legendario surgido con
el cristianismo; ahora sé que no solamente eso sino que su figura ha sido
utilizada reiteradamente como un recurso antisemita que hasta en leyendas
tenebrosas aparece.
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Según los estudios sobre sus
orígenes, existen dos vertientes de la leyenda del Judío Errante, una
occidental y otra oriental, y en ambas, como en la mayoría de las versiones que
se cuentan, es un personaje que se burló de Jesucristo y lo golpeó cuando éste
iba al calvario. Su leyenda ha dado pie a un buen número de obras literarias,
teatrales y ha sido llevada al cine.
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Lo interesante para reflexión es
por qué Jesucristo, siendo bondadoso y lleno de virtudes, maldijo a dicho
personaje y lo condenó a vagar hasta el fin de los tiempos.
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Veamos a continuación una leyenda que
escuché en Villa Hidalgo, SLP y se publicó en el libro de Mitos y leyendas del Altiplano potosino, en la cual la narradora dijo
que el Judío Errante se llamaba Samuel:
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Cuentan que el
día en que Jesucristo era conducido al calvario para su crucifixión, a un lado
del camino había un viñedo muy bonito, muy fresco. Al pasar por ahí tuvo un
desmayo, tanto por el calor y el sol calcinante, como por la pesada cruz que
llevaba a cuestas y por el hecho de andar descalzo. La persona encargada del
viñedo se llamaba Samuel y en ese momento estaba descansando plácidamente bajo
la sombra de un emparrado. Entonces, Jesucristo le pidió agua, diciéndole:
—Dame un poco de
agua, por favor.
—No, mejor vete
porque la gente está esperándote y quieren verte crucificado –le respondió
Samuel.
—Bueno, déjame
descansar un poco aquí en la sombra –le pidió Jesucristo.
—No, tampoco.
Sigue tu camino para que te crucifiquen –contestó Samuel.
—¿Al menos,
podrías prestarme tus sandalias? La tierra está caliente y me han salido
ampollas en los pies.
—No, ni a eso
tienes derecho. La crucifixión es tu destino.
Ante las tres
negativas de este hombre, al proseguir su camino al calvario Jesucristo le
dijo:
—Bueno, tú
andarás errante hasta la consumación de los siglos.
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Ésta es
una versión mundial de la leyenda del Judío Errante, que también se cuenta en
Villa Hidalgo, aunque con características locales. Dice doña Lucila López
Martínez que en esa población antiguamente escuchaban a este espíritu pasar
lamentándose en los caminos y que sus pisadas producían un sonido muy peculiar,
como si en las suelas trajera tachuelas. La gente sabía que su pasada era un
presagio de muchas calamidades por venir, por ejemplo: una larga sequía,
incendios en los montes, robos o muertes imprevistas, y el augurio nunca
fallaba, pues en pocas horas o en pocos días ello se cumplía. Por ejemplo, si
el gemido del Judío Errante se escuchaba en el viento, esa misma noche moría
algún vecino, o bien, al tercer día bajaba la temperatura de tal manera que ni los
garambullos resistían la helada; el sonido de sus pasos en la tierra era señal
de una larga sequía en la que hasta el agua de norias y aguajes se agotaba.
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Aunque ya
poco se platica del Judío Errante en Villa Hidalgo o en los alrededores del
Altiplano, quienes conocen su historia, afirman que su alma seguirá vagando
hasta la consumación de los siglos, ya que así lo sentenció Jesucristo tras
haberle negado aquél, un sorbo de agua, un descanso en la sombra y unas
sandalias para sus pies adoloridos.
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Nota: la imagen fue tomada de un blog llamado El rincón del Coitán. Que el enlace sirva como agradecimiento.
Puedes encontrar más leyendas de Villa Hidalgo y de la Región Altiplano de San Luis Potosí en el libro Mitos, relatos y leyendas de todo San Luis Potosí, de Homero Adame.
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